Revisando la actualización del modelo económico cubano (I Parte). #Cuba

Economía CubaProf. José Rafael Rodríguez/Cuba Online

A raíz del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba en abril del 2011, quedaron aprobados los “Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución”. Estos constituyen las pautas a seguir en términos de política económica en el corto y mediano plazo, fundamentalmente. Un análisis de los Lineamientos denota la existencia de una voluntad política de cambio encaminada a lograr una economía más eficiente y estable, así como defender el rumbo socialista de la sociedad cubana.

Proceso de transformación

Precisamente, el objetivo fundamental de la actualización del modelo económico cubano está recogido en los resultados del VI Congreso del Partido de la siguiente manera: “garantizar la continuidad e irreversibilidad del Socialismo, el desarrollo económico del país, y la elevación del nivel de vida de la población, conjugados con la necesaria formación de valores éticos y políticos de nuestros ciudadanos” (PCC, 2011).

En la determinación de estos lineamientos influyó una percepción de agotamiento del Modelo económico diseñado de forma implícita y contingente desde la caída del Campo Socialista de Europa del Este. Dicha percepción ha sido el resultado de una coyuntura hostil en la que han intervenido factores externos e internos. Desde lo externo influyó el Bloqueo Económico impuesto por Estados Unidos a Cuba y la crisis financiera que ha impactado en los ámbitos: económico, energético y alimentario. Esta situación ha condicionado un deterioro de la estabilidad en los precios de los productos que intercambia Cuba en el mercado internacional y el acceso a financiamiento.

Desde lo interno influyeron: alta centralización de la dirección, derivado en baja eficiencia económica, descapitalización de la base productiva, apatía y escasa creatividad en el sector empresarial, montos significativos de deudas cercanas al plazo de vencimiento, además de fenómenos demográficos como el envejecimiento poblacional y la baja natalidad. Los fenómenos atmosféricos que han azotado al país (principalmente los huracanes Ike y Gustav en 2008) han contribuido también con la percepción de estancamiento del Modelo económico.

La implementación de los lineamientos, es por si misma, un proceso de reforma. En un sentido más estricto, entiéndase como cambios estructurales, funcionales y organizativos (Figueroa Albelo & García Báez, S.F.), dirigidos a la búsqueda de un modelo económico propio que corrija errores y elimine desajustes, constituyendo el verdadero camino para la construcción del socialismo en condiciones de subdesarrollo.

De esta forma, el denominado proceso de actualización no debe interpretarse limitándolo solo al ámbito puramente económico, al margen de la política, la sociedad y la ideología. En adición, supone un reordenamiento jurídico en aras de articular el sistema de manera coherente, lo que implica su asimilación por los disímiles actores sociales no de manera inmediata, y si requiriendo un tiempo más prolongado.

Principios manifiestos en el proceso

Como parte de los ejes fundamentales de la reforma están:

  • La descentralización de la toma de decisiones que va desde el mando de la producción y los servicios hasta la distribución y el mercado (Hernández & Domínguez, 2013). Esto implica a todo el sistema económico comenzando desde su propia célula, la empresa estatal socialista, dotándola de mayor autonomía. Cobran mayor relevancia las administraciones territoriales y locales, mediante el aprovechamiento de las potencialidades existentes en las comunidades y territorios. De esta forma, se pretende crear un tejido local activo que aproveche oportunidades comparativas[1] en proyectos de desarrollo, respetando las tradiciones y riqueza cultural de la sociedad (García Rabelo & Hidalgo de los Santos, 2013).
  • La expansión del sector no estatal, que crea o potencia nuevos grupos sociales con una mayor cuota de autonomía social y de gestión (Hernández & Domínguez, 2013). Se reconoce el papel de estas formas (de propiedad) transitorias o intermedias y apartándose del concepto dogmático de identificar socialización de la producción con estatalización (García Rabelo & Hidalgo de los Santos, 2013). El sector cuentapropista[2], el cooperativista y la inversión extranjera son las formas no estatales de propiedad favorecidas en los nuevos cambios. El primero, con mayor presencia en la esfera de la distribución[3] de la economía (gastronomía, transporte público y renta de apartamentos); el cooperativismo, en sectores fuera de la agricultura, incluso como competencia del propio sector privado y con mayores incentivos fiscales; y por último, la inversión extrajera que debe ser la fuente fundamental de captación de acumulación y “Know how”[4].
  • La reducción de las formalidades burocráticas, las cuales implican altos costos de oportunidad y crean incomodidades a escala social (Hernández & Domínguez, 2013). Esto afecta el tiempo de asimilación de los nuevos cambios y provoca un inmovilismo que impide el cumplimiento y avance de los objetivos trazados. Implica grandes consecuencias sociales minimizando la realización positiva de los cambios. Contempla además, la eliminación de regulaciones excesivas y prohibiciones innecesarias en un proceso de eliminación de ilegalidades.
  • Proceso de institucionalización que pretende hacer permanentes los cambios en la reforma. La creación de un marco regulatorio institucional pretende restar espacio a la burocracia al tiempo que protege los derechos ciudadanos y establece las relaciones de estos con las estructuras administrativas de los Órganos de la Administración Central del Estado (OACE). La Ley adquiere un peso instrumental en la política brindando una continuidad a esta.

[1] Las oportunidades comparativas son las referidas al aprovechamiento de los propios recursos que se encuentran de manera abundantes o representan una fortaleza en las comunidades o territorios.

[2] Se le llama así al sector de pequeña propiedad privada, que debido a los cambios en las regulaciones de empleo y del proceso de reestructuración de plantillas en el sector estatal, se autorizó la contratación fuerza de trabajo ajena, lo que los convierte en pequeños productores capitalistas (Marx, 1973).

[3] Carlos Marx definió a la economía en cuatro fases: Producción, Distribución, Cambio y Consumo (Marx, 1973). En el caso de la distribución, se refiere al ámbito de la circulación y por tanto, no define las características fundamentales de las relaciones sociales de producción, aunque influye en ellas.

[4] La acumulación como categoría económica se refiere a la inversión y el know how, a los conocimientos de tipo administrativos y de gestión.

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