Por Israel Valdés Rodríguez*
En los primeros meses del año 1963 los Órganos de la Seguridad cubana conocieron de la existencia de seis soldados del Ejército Rebelde estaban ideando un plan para la eliminación física del jefe de la revolución cubana. Estos conspiradores se habían integrado a la organización contrarrevolucionaria Movimiento de Liberación Nacional (MLN) y formado una célula, para actuar de manera independiente. Sus integrantes eran los soldados Enrique Falcón Beltrán (designado jefe de célula), Ramón Soria Licea, Eliécer Serrano Ramírez, Antonio Senra Larguera, Manuel Almaguer Garrido y Emérito Ramón Hernández Vincens.
Falcón Beltrán fue quién concibió las variantes para el magnicidio. Planeó la sustracción de armas de la Unidad Militar a la que pertenecían, así como, proveerse de documentos y carnés para facilitar las actividades conspirativas.
Las ideas de las acciones fueron las siguientes:
Primera Variante: En una de las reuniones conspirativas Falcón Beltrán concibió la idea de realizar el magnicidio durante una posible visita de Fidel a la Unidad Militar a la que ellos pertenecían. Habían realizado contactos con elementos contrarrevolucionarios de Oriente y Matanzas, con la intención de unirse a bandas de alzados contrarrevolucionarios de esas regiones. Planearon además, dinamitar la planta eléctrica del Reparto Cubanacán, siendo designado como responsable de esa acción el soldado Emérito Ramón Hernández, mientras que Manuel Almaguer se encargaba de localizar los explosivos. Algún tiempo después desistieron de esa variante, al no existir pretextos o motivos reales para la visita de Fidel a esa Unidad Militar
Segunda Variante: Fue ideada por Falcón y Antonio Senra y consistía en aguardar que Fidel visitara la finca “La Nina”, lugar donde residían viejas amistades, a unos ochenta metros de la Unidad Militar. Pensaban disparar desde la posta principal de la U/M, con fusiles, ya que existía buena visibilidad, pues el terreno era llano. Posteriormente surgió la idea de colocar un artefacto explosivo en la carretera, que obligatoriamente debía utilizar el líder de la revolución. Los conspiradores sugirieron algunas variantes para fabricar al artefacto explosivo con medios propios de la U/M, tales como pólvora, fulminantes y un reloj. Tenían previsto realizar el magnicidio el 25 de julio de 1963, pues habían conocido que Fidel se reuniría en ese lugar con asaltantes al cuartel Moncada, por motivo del décimo aniversario de esa fecha heroica.
Los seis implicados fueron puestos a disposición de los Tribunales Militares y sancionados con las penas correspondientes.
Continuará
* (San Antonio de los Baños, 1952) profesor e historiador, miembro del secretariado permanente de la Unión de Historiadores de Cuba.