Por Israel Valdés Rodríguez*
El 5 de enero de 1959 el Gobierno Provisional Revolucionario, proclamado días antes en Santiago de Cuba, asume sus funciones. El presidente provisional es, como se había acordado anticipadamente, el ex magistrado de la Audiencia de Santiago de Cuba, Manuel Urrutia Lleó. Este ya había elaborado su Gabinete desde Santiago de Cuba y designado Primer Ministro al abogado José Miró Cardona. Fidel se mantiene como Comandante en Jefe de las fuerzas de aire, mar y tierra.
La composición social de este Consejo de Ministros era heterogénea y de diferentes tendencias políticas, algunos de posiciones derechistas, otros más moderados o conservadores, también de posiciones reformistas, unitarias y progresistas. Realmente su constitución obedecía al momento histórico y a la compleja situación política existente; era necesario atraer a amplios sectores no radicales y evitar un enfrentamiento anticipado con el gobierno de los Estados Unidos.
Inevitablemente, el lógico enfrentamiento político, más temprano que tarde, se puso de manifiesto. Paulatinamente, el propio proceso revolucionario propició la depuración de los integrantes de este gobierno, y cada uno fue tomando su derrotero.
Urrutia, Miró Cardona, Roberto Agramonte y Manuel Ray, habían mantenido una actitud positiva y de enfrentamiento a la tiranía de Batista; sin embargo, desde los primeros momentos del triunfo revolucionario se mostraron opuestos a acometer las transformaciones que exigía la patria. Los intereses de clases (procedían de la burguesía), sus ideas anticomunistas, sus pretéritos compromisos con los gobernantes norteamericanos y sus temores ante la posible reacción del Imperio, los hicieron doblegarse e inclinar la frente. De tal manera se produce la primera crisis ministerial, con la renuncia en pleno del Gabinete el 13 de febrero.
Varios ministros que habían sido dirigentes clandestinos en el Movimiento 26 de Julio: Faustino Pérez, Julio Camacho, Enrique Oltuski, Armando Hart y Luis M. Buch, llegaron al consenso de que Fidel debía asumir la conducción del Gobierno Revolucionario. Ellos se reunieron con Fidel y lograron convencerlo para que aceptara el cargo. Para ello modificaron el artículo 146 de la Ley Fundamental que, basada en la Constitución de 1940, regía como Ley de Leyes en el Estado Revolucionario. De acuerdo con la modificación, el Primer Ministro estaba facultado para “dirigir la política general del Gobierno.” De esta manera el Primer Ministro se convirtió en el jefe político del Gobierno.
Es así que el 16 de febrero de 1959 Fidel toma posesión del cargo. En el acto pronuncia un discurso. El evento fue transmitido a todo el país por la radio y la televisión. Minutos después preside su primera sesión del Consejo de Ministros.
La jefatura del gobierno en manos del indiscutible líder, significó una garantía para el avance de la Revolución y el predominio de las fuerzas más radicales del proceso respecto a la composición y orientación del Gobierno Revolucionario.
* (San Antonio de los Baños, 1952) profesor e historiador, miembro del secretariado permanente de la Unión de Historiadores de Cuba.