Por Félix Edmundo Díaz @feddefe*
Lo malo de ser the President of the United States of America es que con el cargo viene incluido el seguimiento mediático, aún cuando el inquilino de la White House resulte el ser más idiota que madre haya parido, como lo fue (es) W. Bush Jr., del que deben recordar los “bestiarios” repletos de sus frases célebres, tales como “debemos incrementar nuestras exportaciones para ubicar nuestras producciones en el mercado exterior”, “el mar que baña las costas de Bolivia” o los saludos que envió al “Presidente de la República de España” y contando…
Bueno, dejemos al tarúpido (según Behamaras, mezcla de tarado y estúpido) de Bush y concentrémonos en Barak Hussein Obama, el caso es que, desde el pasado 17 de diciembre, al mulatico no le dan descanso, primero la derecha recalcitrante que comenzó a insultarlo porque “Cuba le había visto los bloomers”, “que había cedido sin obtener nada a cambio” (no quieren contar más de 50 años de victorias del pueblo cubano), “que si los cubanos íbamos a seguir haciendo Revolución” (parece que nos conocen bien) y otras cosas por el estilo, y como “cuando al guapo del barrio le dan”, to’el mundo le quiere meter, resulta que el benjamín (hijo prodigo) de los gringos, léase Israel, en la persona de su primer ministro Netanyahu (casualmente Benjamín de nombre) llegó a la “fábrica de listas” (las de trata de personas, contrabando de estupefacientes, de patrocinadores del terrorismo, etc.) y armó un escándalo porque no está de acuerdo con la línea que sigue el tortuoso acuerdo nuclear con Irán, que si “Obama es blando”, que si “los iraníes son terroristas”, que si “van a hacer el arma nuclear”, etc., y el morenito se “apea” con que se leyó la transcripción del judío y, yo digo menos mal, porque si lo ve en la televisión (como lo vieron ¾ partes de la población mundial) hubiera terminado dando puntapiés a las puertas o regando los papeles de la mesa, en uno de esos ataquitos practicados que le dan (cuando sabe que las cámaras lo están siguiendo) pa’ que los demás piensen que es un tipo duro.
De este evento la única traducción posible es que se trata de una escena de ciencia ficción que ni a Steven Spielberg se le hubiera ocurrido, que los gringos y los judíos están faja’os no se lo cree nadie.
Debemos reconocer que la actuación de ambos actores (Obama y Netanyahu) es digna de un Oscar o un Goya, pero sigue siendo una actuación y, tras bambalinas, se besan, se abrazan y festejan, por ello tal conducta debe mantenernos alertas no sea que el adagio de “tras la tempestad el mal tiempo” resulte en la nueva muerte de algún científico, un golpe quirúrgico a una central nuclear o cualquiera de esas cosas que, actualmente, se le encargan a los drones.
Si alguien piensa que estoy paranoico lo invito a vivir 50 años bajo el asedio del imperio más poderoso del mundo, no te vuelve loco, pero te enseña a desentrañar la hij’eputá escondida tras la sonrisa y la mano extendida, que, dicho sea de paso, no es para estrechar la tuya, sino para ver que te quitan.
Mr. President, le repito, “póngase macho” o terminará, frente al AIPAC, bailando el hula-hula con un tutú de encaje.
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