Por Israel Valdés Rodríguez*
El 4 de octubre de 1973, el mismo año en que Cuba y Estados Unidos firmaran el compromiso bilateral denominado “Memorándum de Acuerdo sobre el Secuestro de naves Aéreas y Marítimas y otros delitos”, los barcos pesqueros cubanos Cayo Largo 17 y Cayo Largo 34, que se encontraban enfrascados en sus tareas habituales de pesca en aguas internacionales cerca de las Bahamas, fueron atacados por dos embarcaciones piratas artilladas, pertenecientes a la organización terrorista Frente Nacional de Liberación de Cuba (FNLC) radicada en Miami. Como resultado del ametrallamiento a la indefensa nave, murió el pescador Roberto Torna Mirabal, y el resto de la tripulación tuvo que ser rescatada mientras viajaba a la deriva en balsas de goma, sin agua ni comida.
Síntesis biográfica de un humilde pescador.
Roberto Torna Mirabal nació en Caibarién, provincia de Villa Clara, el 27 de marzo de 1932, en el seno de una familia humilde y numerosa, cuyo único sostén era el salario que ganaba su padre como jornalero en el Sindicato Portuario. Producto de esta situación tuvo que abandonar la escuela primaria, alcanzando sólo el segundo grado en el colegio «Vega». Apenas con 11 años de edad se convierte en un hombre de mar, trabajando en varias empresas de barcos. Al Triunfo de la Revolución se incorporó a la cooperativa de pesca «Miguel Ángel Rojas». En 1959 ingresó en las Milicias Nacionales Revolucionarias, cooperando con la primera organización de las nacientes Tropas Guardafronteras, trasladando abastecimiento militar para el cayerío en las acciones contra las infiltraciones de los piratas y agentes de la CIA.
Durante los primeros años de la Revolución se mantuvo en su puesto de trabajo defendiendo la costa norte de Las Villas con actitud ejemplar. En 1962 se integró a un aula de seguimiento hasta alcanzar el cuarto grado de escolaridad.
Producto de su labor comenzó a cumplir misiones para la Seguridad del Estado a partir de 1967. Al ocurrir las primeras agresiones a los barcos pesqueros en Las Bahamas, Roberto plantea que no abandonaría las zonas tradicionales de pesca al igual que la mayoría de los pescadores y por su actitud, lo hacen responsable de una flotilla de barcos que operaba en las Bahamas. Es así, cuando aquel 4 de octubre, mientras cumplía con sus deberes como pescador en aguas jurisdiccionales cubanas muere al ser alcanzado por balas mercenarias. En tierra cubana quedaba una viuda y su hija de 19 años. Esta última se encontraba embarazada. Roberto no tuvo la oportunidad de conocer y abrazar a su nieto.
Los piratas atacantes eran individuos con uniformes y con la cara cubierta y portaban unos brazaletes de la organización contrarrevolucionaria Alpha 66, radicada en Miami, Florida, en los Estados Unidos.
* (San Antonio de los Baños, 1952) profesor e historiador, miembro del secretariado permanente de la Unión de Historiadores de Cuba.
Reblogueó esto en Solidaridad Latinoamericana.