Por Verónica Ruíz*
Hoy nos encontramos en una coyuntura diferente, en la que nuestro poderoso enemigo ha detenido por un tiempo su mano agresora y nos ha dado la oportunidad de discutir nuestras diferencias, bajo los mismos mangos orientales, lo que lógicamente será necesario discutir bastante. El 17 de diciembre de 2014 se convirtió en un antes y un después entre las relaciones de Cuba y Estados Unidos.
Los intereses de la nación del norte comenzaron cuando Abrahán Lincón, aconsejado por un político mediocre, dejó caer toda la hez del sur derrotado con esa fuerza más sobre la mayor de las Antillas. Toda la esperanza de dicho territorio estaba condenada a ser una de las estrellas de la constelación de la Unión del Norte.
Varios fueron los intentos de compra a la metrópolis española, pero esta no estaba dispuesta a entregar una estratégica posición en el Mediterráneo Americano. El tiempo pasó y aplicaron medidas dirigidas al mismo objetivo, poseer a Cuba, ese nombre breve y sonoro, el cual quedó prendido en el corazón de todos aquellos que lo escucharon por vez primera. Este nombre prevaleció por sobre el intento de darle otras atribuciones.
Esperaban el momento oportuno para que la fruta gravitara inevitablemente y fuera el límite sur de la potencia emergente. Ya las condiciones estaban, los insurrectos a punto de ganar la guerra y una nación desbastada por años de contienda. La explosión del Maine fue el pretexto perfecto para intervenir.
Lograron la capitulación de Santiago y por ende lograr la firma con España del Tratado de París, en la que concede la independencia y el reconocimiento de Cuba como estado, de hecho y de derecho. Los interventores establecieron una república y dictaron ordenes, luego se aprobó una constitución, la de 1901, la cual fue modificada por la Enmienda Platt, redactada por el senador norteamericano de igual nombre, que daba facultades de intervenir en los asuntos internos de la nación, así como la construcción de bases navales y carboneras. Ejemplo de ellos es la Base Naval de Guantánamo, contra la cual el pueblo cubano junto a su gobierno lucha por la retirada del territorio ilegalmente ocupado.
Hubo una sucesión de gobiernos, todos caracterizados por la corrupción y el entreguismo a los intereses de los Estados Unidos, incluso impusieron crueles dictaduras. ¿Quién no recuerda la etapa en la que América Latina era un hervidero de dictaduras apoyadas por la Embajada Norteamericana? Ellos lo olvidaron, como también se ha olvidado la sucesión de 18 dictaduras en el continente, 12 de ellas de forma simultanea.
Todo terminó otro 1 de enero, pero esta vez en 1959, por esos azares de la historia fue 60 años después de la injerencia norteamericana y el establecimiento de la república en Cuba. Exactamente 60 años después triunfa la Revolución Cubana, en pleno apogeo de la guerra fría. Se dictaron leyes a favor del pueblo, tales como la ley de Reforma Agraria y la nacionalización de grandes empresas, en su mayoría estadounidenses. Nos ganamos en odio del buitre imperial, su reacción no se hizo esperar. Actos terroristas con grandes afectaciones económicas y resulta ser que los terroristas éramos nosotros, los que poníamos las víctimas éramos los terroristas, otras de los incoherentes argumentos imperialistas.
Financiaron a la poca oposición interna, agresivas medidas, bloqueo económico e invasión mercenaria por Playa Girón, promovido por la CIA, de lo cual existen pruebas veraces y contundentes. Las Milicias fueron a la lucha y ellos plantean que esta Revolución no cuenta con la mayoría del pueblo. ¿Cómo se puede pensar que vamos a obligar a la gente a morir en esa invasión? Pero no, ellos se llenan la boca de decir que esta es una dictadura de los Castros y así se ha exportado nuestra imagen en los medios de difusión.
El pueblo en uniforme logró repeler el ataque, no sabíamos manejar los tanques, la artillería la sabíamos disparar pero no teníamos ni idea de donde iban a caer los proyectiles, los que los milicianos aprendían por el día se lo enseñaban a los otros por la noche. Fidel orientó que debíamos detener la invasión antes de las 72 horas, porque de no ser así se establecería una cabeza de playa, donde el gobierno provisional estaba en un aeropuerto de Miami con Primer Ministro y todo. Luego tendrían el reconocimiento de la OEA, que ya había sancionado a Cuba por introducir ideas ajenas al continente y exportar revolución, más tarde el pretexto para la inversión sería mucho más fácil.
Y lo logramos en 66 horas, vencimos en la Ciénaga más grande del Caribe al poder a los imperialistas. Nuestras bajas fueron superiores, pero la orden de Fidel se cumplió: establecer el orden en 72 horas.
A partir del 59 todo fue mucho más difícil de lo imaginable .Nos enfrentamos a la crisis de Octubre, violaciones del espacio aéreo, lanchas piratas sembrando el pánico en los polos turísticos, crisis migratoria, humillaciones diplomáticas; pero la Revolución se fue formando, se fue haciendo, fue creciendo y el haber rebasado todos los obstáculos. Les hicimos una Revolución socialista en sus propias narices. En documentos desclasificados por la CIA expresa y cito: “El pueblo cubano apoya a Castro, la oposición interna es muy poco fuerte y no presenta guerra política” Fin de la cita.
La Revolución se extendió hasta la década de los 90, pero nos tocaba enfrentar una de las etapas más difíciles, período especial en tiempo de paz. Esta etapa fue influenciada por dos factores principales: Primero, la caída del campo socialista; segundo, el recrudecimiento del bloqueo. Fueron momentos difíciles para esta isla insurrecta. Muchos afirmarían que la Revolución no duraría mucho. El FMI aconsejó que se realizaran recortes sociales, se privatizara la educación y la salud y el estado revolucionario no aceptó.
Esto no lo conocen muchas personas, como tampoco conocen que el ya mencionado Fondo Monetario Internacional propuso ayuda económica, para de esa manera echarnos la soga al cuello. En estos momentos difíciles nos tocaba desistir y seguir luchando, ya conocemos que fue lo que sucedió.
A pesar de los duros momento la Revolución sobrevivió y está aquí. Pasamos por sobre guerras ideológica y mediáticas, el intento de aislamiento del resto del mundo y fantasmas de la guerra fría.
Ahora nos encontramos en la actualización de nuestro modelo económico para fomentar un socialismo más prospero y sostenible y en el proceso de normalización de las relaciones con el poderoso agresor.
Hoy la joya más preciada debe ser conservada, hoy la unidad de la nación debe ser protegida, hoy es necesario no olvidar la historia y el amor a la Patria. Continuamos tejiendo nuestro momento y nuestra generación, pareciéndonos cada día a este tiempo sin olvidar nuestra esencia y nuestra convicción. Esa convicción profunda que hizo desaparecer al maestro, pero sus ideas prevalecieron y han prevalecido durante tantos años.
Nada podrá detener nuestro objetivo, nada podrá detener nuestra Revolución y nada podará detener la marcha de la historia.
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