Por: Marcos Torres/Las Torres de Marcos
Una honda punzada en el centro del pecho he sentido al oír la noticia: Scioli perdió las elecciones por la presidencia.
No recuperado del todo, y sin dejar caer mi espíritu en el abismo de la desesperanza al que ya algún que otro se ha lanzado, me dispongo a emitir mis modestos (y soberanamente personales) criterios, no sobre lo ocurrido (lo pasado, pasado es), sino sobre lo que sobreviene dentro en unos meses en la Argentina, una tierra a la que añoro y respeto, a pesar de ni ser argentino ni haberla visitado nunca, pero en tanto cuna de insignes patriotas latinoamericanos y tierra de esfuerzos, de mezclas, de raíces de todo tipo, de culturas, de revoluciones, de desaparecidos y de reencuentros, baste decir la tierra del Ché.
En Twitter sobretodo encuentro mensajes de esperanza y visión. En cambio encuentro otros despoblados de espíritu, huérfanos de alma, tristes testimonios de un fracaso más mental que real, toda vez que perder las elecciones no significa (para nada) perder las convicciones.
Ayer en la propia Twitter, en respuesta a un comentario de un buen amigo que exponía sin malicia alguna, que los “kirchneristas” volverían al poder cuando Macri hundiera el país, le decía yo que hundirse no es una opción, y con esto quise decir que ahora hay que trabajar más duro, sin descanso, entregados por entero a la tarea de retomar espacios perdidos sobre todo entre los jóvenes, entre los sectores que votaron por un candidato que les dará la espalda, no más tenga la primera oportunidad y en esto juegan un papel importante los medios de difusión masiva alternativos que deben ejercer un papel más activo (criterio personal), así como la militancia revolucionaria de este país.
Cristina (“La Dama Coraje”) entregará por su mano un país que recuperó el brillo patrio después del descalabro neoliberal al que Menem (el apóstata), sumiera a la nación en una desenfrenada carrera por privatizarlo todo, hasta los parques y otros espacios públicos, enajenando así la independencia y la soberanía argentinas, que tuviera luego que rescatar no sin esfuerzos y sacrificios un Néstor inigualable e inmenso, que nos arrebatara a los latinos todos una temprana y pérfida muerte (como con Chávez).
Entregarse a la tarea de hacer, hacer y hacer, es la palabra de orden, sin importar que dejar atrás, y sólo pensar en el futuro de los pequeños que un día continuarán el legado luminoso de los que lo dieron todo por una patria más justa para todos: dentro y fuera de Argentina.
No. La izquierda no ha perdido… ¡Ahora es que comienza a ganar! Pero para darse cuenta de esto los argentinos que votaron a Macri, deberán sufrir primero las consecuencias de sus actos, y con ellos la Argentina toda.
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