Por Adolfo M. Valdés*
Ted Cruz se exhibe como un evangélico por excelencia, lo cual deviene que en la actualidad ascienda entre los votantes cristianos especialmente de Iowa.
Pese a ello no se debe obviar que este precandidato dista mucho de lo que generalmente se considerarían las virtudes cristianas: la humildad, la misericordia, la compasión y la gracia.
Sus discursos están marcados por una larga lista de enemigos, y es precisamente para ello, para lo que quiere los votos, para aplastar, destrozar, destruir, bombardear.
Sus discursos están marcados por una larga lista de enemigos, y es precisamente para ello, para lo que quiere los votos, para aplastar, destrozar, destruir, bombardear.
Cruz fabrica una atmósfera de amenaza en la que no hay lugar para la compasión, la moderación. En sus discursos los ejes temáticos son: destruir el IRS, aplastar a los “chacales” de la EPA, la financiación de Planificación de la Familia, revertir las órdenes ejecutivas de Obama y destruir el acuerdo nuclear de Irán.
Ted Cruz es la antitesis de todo lo que supuestamente tipifica al hombre de bien norteamericano ya sea evangélico, conservador etc. Su incongruencia conativa se pone al descubierto cada día haciendo la inverosimilitud de su accionar mas perceptible, ya que su ascenso en la campaña en sus inicios no fue tan dura, combativa, mostrándose como firme gladiador en el aislamiento. Siempre demostró una tendencia a flexibilizar su posición en cuanto a la inmigración o el comercio e invariablemente por pura conveniencia política.
*Colaborador de Miradas Encontradas
Tomado de Miradas Encontradas