Por Jorge Wejebe Cobo / Cuba es Surtidor
El portaviones estadounidense Palau y los barreminas Rodman, Hobson, Jeffers y el remolcador Papago pusieron proa a la Bahía de La Habana el 9 de marzo de 1949 a pocas horas de navegación de las costas de EEUU, para que los tripulantes se deleitaran en los prostíbulos y en el consumo bebidas y drogas en la capital cubana, libres de las leyes norteamericanas para satisfacer los desafueros de aquellos hombres de mar.
Ese destino de gigante lupanar para la ciudad caribeña se consolidó en diciembre de 1945 por los principales jefes de mafia norteamericana encabezadas por Lucky Luciano y Meyer Lansky quienes reunieron en el Hotel Nacional habanero, con el beneplácito del presidente cubano de entonces Carlos Prío Socarras, y decidieron que parte de sus negocios ilegales se asentaran en Cuba,.
Pero en esta ocasión los indeseables visitantes , provocarían algo más que las acostumbrados escándalos y riñas públicas acostumbradas, cuando en la noche del viernes 11 de marzo tres tripulantes del Rodman, ebrios intentaron escalar la estatua de José Marti, en el Parque Central y uno de ellos llegó a sentarse sobre la cabeza de la escultura y la usó de urinario.
Solo la intervención de la policía los salvó de una golpiza y fueron llevados a una Estación de Policía. cercana y entregados a las fuerzas navales norteamericanas y regresaron sin contratiempo a su país.
El hecho fue recogida por un fotógrafo ambulante quien vendió las imágenes al periódico “Alerta” y aparecieron en su primera edición del sábado 12 , las que además se reprodujeron junto con la información por otros medios, principalmente por el diario Hoy del partido comunista lo que provocó una conmoción de rechazo nacional a tal afrenta.
Desde la mañana del sábado 12 de marzo se comenzó a congregar el pueblo frente a la estatua de Martí, donde usaron de la palabra estudiantes, obreros y dirigentes de izquierdas condenando y poco después la protesta se trasladó frente a la sede norteamericana que en esa época estaba situada en el edificio de J.Z.Horter, en la Plaza de Armas, donde hoy se encuentra la Biblioteca Rubén Martínez Villena.
El embajador norteamericano, trató infructuosamente de disuadir a los manifestantes, pero poco después de retirarse al interior de la sede, irrumpió la policía que reprimió a los participantes y golpearon especialmente a los dirigentes y miembros de la FEU, entre los que se destacaba un joven nombrado Fidel Castro quien plantó cara a los esbirros, junto a sus compañeros de luchas estudiantiles Baudilio Castellano y Alfredo Guevara, entre otros.
Este acontecimiento que concluyó sin que se aplicara la justicial, ni impidió que La Habana siguiera siendo destino de placer de los marines, no obstante sirvió para integrar las fuerzas patrióticas y antiimperialistas de la época y fue una de las primeras acciones de la Generación del Centenario que haría posible el triunfo del primero de enero de 1959.