Por Luis Ernesto Ruiz Martínez.
Si algo necesitamos en la Cuba de hoy es DEBATE, del verdadero, del que sale a flor de piel cuando algo nos parece que está demasiado mal, o tan bueno que pudiera parecer mentira. Cada día me queda más claro que sin un buen debate, la toma de decisiones colectivas y el consenso, tan necesario hoy, se nos alejarán irremediablemente.
Muchas veces la dichosa palabrita se usa más para promociones vacías, que para propiciarlo sin condicionamientos. Y los que la emplean indiscriminadamente, lo menos que esperan es ideas contrapuestas o medianamente similares. Salir al ruedo de un buen intercambio incluye la necesaria preparación para encontrar criterios opuestos que no siempre agradan.
Pero de eso se trata, de abrirle la puerta al diálogo sincero en todos los temas del escenario cubano actual. Los cambios se suceden más rápido de lo que pensamos, pero algunos siguen pensando en ayer y el mañana les cae encima sin remedio.
Mientras jugamos a la confrontación de ideas y criterios, seguimos perdiendo participantes con deseos de aportar sinceramente, sin que medien motivaciones financieras. Y hablando de eso, para nadie es un secreto que el dinero, contante y sonante, está fluyendo no solo para alegrar los bolsillos de algunos, sino, sobre todo, para quitarnos moderadores inteligentes que van cambiando su compromiso con esta isla, por un puñado de monedas.