Tenis contra zapato y el primer día de clases. #TenemosMemoria #Cuba

Resultado de imagen para escuela la Salle + cubaPor Nitro*

Era quizás un día del año 1960 como otro cualquiera, pero para los muchachos del barrio tenía una gran significación, comenzarían las clases en la Primaria Superior Juan Gualberto Gómez. Esta escuela sesionaba en horas de la tarde en el Centro Escolar, compartía las instalaciones con la escuela primaria.

Ya anteriormente sufrieron la amarga experiencia de la “novatada” en el momento de la inscripción. Los alumnos de octavo y noveno grado arremetieron con todas sus fuerzas, los pelaron a rape y llenaron de grasa. Advertidos de lo que pasaría fueron con la ropa más mala, aunque para los pobres de esos tiempos era difícil poseerla buena.

Con gran sacrificio, los viejos habían comprado los uniformes: camisa blanca, pantalón gris caki, el monograma de la escuela, la corbata negra y tenis blanco de la gomera.

Decidieron salir a la una, con tiempo suficiente para llegar temprano. Se reunieron Pepe, el negro José Manuel, Andy, José, Carlos, Benigno y el Caña, para iniciar esa nueva etapa de sus vidas.

Para los humildes la entrada en la escuela tendría una particular trascendencia, siempre añoraron estudiar, ser alguien en la vida, como se decía en aquellos tiempos. El que relata, ya en sus doce años de edad, conocía el trabajo de limpiabotas, vendedor de periódicos, cantinero y otras actividades que pudiera coadyuvar a la mejoría familiar.

Desde el triunfo de la Revolución (el año anterior) había sentido su acción transformadora en la familia cubana, a los pocos meses su papá estaba laborando como trabajador fijo en la gomera, que aunque era de dueños extranjeros, se exigió la permanencia de los suplentes, que por años fueron utilizados y no se les aseguraba el trabajo. El cambio de situación le permitió que su familia se mudara a una nueva casa, bastante modesta, pero mucho mejor que la que tenían anteriormente.

La Primaria Superior ese año tendría una característica muy especial, por su actitud ante las medidas revolucionarias, la Escuela La Salle, existente en la localidad había decidido cerrar el curso de ese nivel. Ello obligó a algunos de esos alumnos, a inscribirse en la escuela pública del barrio. Unos, para evitar los traslados a otros municipios, otros, por la imposibilidad económica de la familia para inscribirlos en centros privados distintos.

Para los niños pobres, los alumnos de La Salle eran privilegiados, que no pocas veces expresaban una actitud de desprecio y superioridad hacia los otros muchachos que no eran de su clase. Aunque no todos eran iguales, en ello influía el nivel de vida y la educación familiar.

Ese año, se sentarían juntos en un aula, los rubios de ojos azules, y los trigueños, negros y mulatos, los gorditos y los flaquitos, los que calzaban zapatos relucientes y los que mostraban con mucho orgullo el tenis blanco de la gomera.

Se inicia el curso con una formación de toda la escuela, el Himno Nacional, la presentación del claustro de profesores y la ubicación de los alumnos por aulas. Coincidieron en una misma aula Pepe, Andy, el Caña, el negro José Manuel (noble y amigo) además de otros jóvenes de origen humilde y también los lasellanos. El aula de séptimo primero se conformó más o menos con igual cantidad de tenis y zapatos.

Los que calzaban tenis se sentaron al capricho de cada cual, sin mirar al lado, ni al frente, en los pobres del barrio no prevalecía el prejuicio del color. ¡Ah! pero los lasellanos, esos evitaban sentarse al lado de los de “color”, temían que los embarrasen, sentían nauseas, les hacía daño.

Por cosas del azar, losa por medio, pupitre por pupitre, se sentaron el aristocrático Manso, y el negro José Manuel.

Presentación de la profesora de Ciencias Naturales (una mujer muy hermosa). Al iniciar la explicación de su clase, el lasellano Manzo, levantó la mano, la profesora le preguntó que deseaba y, con una marcada ironía expresó: señora yo no puedo comenzar la clase, esta indagó el por qué y como respuesta tuvo, mientras este ciudadano este sentado a mi lado, refiriéndose a José Manuel, (más negro que el azabache) yo no puedo comenzar la clase.

Los pobres fueron sorprendidos por aquella actitud, respaldada por las risas burlonas de los ricachones. Había un complot predeterminado de atacarlos, de ridiculizarlos.

El negro, con pasta calmosa, le solicitó la palabra a la profesora que aún no había reaccionado ante tan innoble actitud, se paró y grito con la fuerza de la razón y la indignación !Profesora yo tampoco puedo comenzar la clase mientras este mari… esté a mi lado!, con la misma le metió un piñazo al lasellano que lo dejó tendido. En ese instante, se entabló una lucha entre tenis y zapatos. Comenzó y terminó el primer día de clase de de ese año 1960, en el séptimo primero de la Escuela Primaria Superior Juan Gualberto Gómez.

*Colaborador de Mi Cuba por Siempre

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