Por Nitro*
Eran las 0500 horas de un día, de un mes, al inicio del año 1962. Un grupo de vehículos parte rumbo a la provincia de Pinar del Río, eran conducidos y llevaban como carga a jóvenes imberbes que quizás en horas de la tarde harían historia.
Todos sentían el peso de la responsabilidad que asumirían, después de varios meses de esfuerzos y de preparación concluirían con el examen final de aquella carrera que en nombre de la patria habían asumido.
Los camiones de procedencia soviética, los que transportaban al personal de la marca GAZ 63 y los que portaban los proyectiles y las piezas de guerra eran ZIL.
Pasaron por la capital provincial y continuaron rumbo a un lomerío no muy lejano del lugar donde había un campo de tiro conocido con el nombre de Guanito, al menos así se le había comunicado a los muchachos por el jefe de la batería el teniente Polledo.
Alejandro, junto con otros compañeros tuvo la responsabilidad de distribuir algunas octavillas explicando las medidas de seguridad y la disciplina a observar durante la marcha. El cargo de político de la batería le exigía aquellas funciones. En cada una de las paradas junto con el teniente hablaba con sus compañeros e indagaba la existencia de algún problema o recriminaba cualquiera actitud incorrecta, esta última muy pocas veces ya que existía una disciplina forjada sobre los principios de la conciencia particular y mutua.
Después de cinco horas de circulación por la Carretera Central y otras vías desconocidas para la mayoría de los integrantes de aquella marcha llegaron al lugar señalado.
El Grupo 2 bajo al mando del teniente Torrens con sus baterías de artillería BM-13, conocidas como Las Katiuskas, que tan importantes misiones combativas jugaron en la Segunda Guerra Mundial contra las hordas fascistas nazis, se oirían ahora en un lugar lejano de los escenarios europeos.
Alejandro, además de político de la batería era jefe de exploración del Grupo y tenía la responsabilidad de establecer los puntos de referencias, dar las distancias de los blancos para que cada jefe de batería y después los de pieza los convirtieran en grados de distancia y altura para ir en búsqueda del supuesto enemigo.
Una equivocación en las medidas en los Goniómetros podría poner en peligro la misión a cumplir e inclusive las propias vidas de los exploradores que a distancias bien lejanas observaban el enemigo a batir.
A las 1600 horas si inició el ejercicio final desde el puesto de mando del Grupo el jefe de este dio las coordenadas para cada una de las piezas por baterías. La primera batería haría el reglaje del tiro, fue quien inició el fuego por su primera pieza. Después de realizar los ajustes necesarios se sintieron las voces de mandos trasmitidas a través de los teléfonos de campañas que prepararon los comunicadores con la larga tirada de cables, bien enmascarados para evitar fueran descubiertos y se perdiera el mando de las tropas.
La batería que había iniciado el fuego cumplió cabalmente la misión asignada y el jefe del Grupo decidió aumentar el nivel de fuego. Se sintió en el puesto de mando la tronada voz del teniente que comandaba el Grupo. Grupo por baterías a salva fuego. Más de cuarenta cohetes pasaron por encima del puesto de mando y caerían mil doscientos metros después del lugar de ubicación.
El rugir del fuego, producido por los cohetes por la acción de las toberas con su carga de pólvora le daban el impulso inicial y posterior a cada uno de los proyectiles se hizo tronar en terrenos llenos de pinos. Al caer producían un incendio atroz y no quedaba con vida nada que circundara alrededor en aquellos lugares.
Los muchachos se sentían orgullosos fueron los primeros que en el archipiélago cubano habían tirado con las BM-13. Las famosas katiuskas de la Segunda Guerra Mundial
Estos jóvenes en vez de dedicar su mocedad a prepararse como estudiantes y convertirse en médicos, ingenieros, pilotos o marinos de aviones de pasajeros o de barcos mercantes, profesores o maestros, pintores, músicos o cantantes para cultivar la enseñanza y la cultura de la nación, se vieron obligados a prepararse para enfrentar una posible guerra producto de la empecinada actitud del gobierno de los Estados Unidos de no permitir que la Revolución cubana siguiera su rumbo de paz en la construcción de una nueva Patria.
*Colaborador de Cuba por Siempre