Según la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), durante el año pasado en siete países de la región de América Latina y el Caribe perdieron la vida por asesinato 39 periodistas. México, Guatemala, Brasil y Honduras son las naciones donde más matan periodistas, comunicadores y trabajadores de la prensa. Es decir, asesinaron tantos informadores como en el Oriente Medio, donde Siria e Irak viven cruentas guerras contra el terrorismo.
Otro dato interesante es que el promedio de edad de estos es de 40 años, siendo el menor un comunicador en lengua indígena de 17 años, que desapareció y posteriormente fue encontrado muerto, víctima de siete balazos, su nombre Josué David Chamón, locutor de radio “Fuente de vida” de Cobán, en la república centroamericana de Guatemala.
Esa realidad —que de 2006 a 2016 dieron muerte con violencia a 304 periodistas y comunicadores de América Latina— no comprende en ninguno de sus acápites a Cuba, nación en la cual sus periodistas o comunicadores no tienen que trabajar con temor ni luchar para que la autocensura no cale hondo a cambio de la vida.
Pero, ¿qué es la libertad de prensa? Hablamos del derecho que tienen los medios de comunicación de investigar e informar sin ningún tipo de limitaciones o coacciones, como la censura previa, el acoso o el hostigamiento. En este sentido, la libertad de prensa es una garantía constitucional, fundamentada en la libertad de expresión, propia de sociedades con sistemas políticos democráticos, pues permite a los ciudadanos formarse opiniones y criterios en relación con la realidad en que viven.
Para la Revolución cubana los primeros conceptos públicos sobre el tema fueron expuestos por Fidel desde los años fundacionales del triunfo, justamente el 7 de junio de 1959, en una reunión con los periodistas de los principales medios de difusión, a la cual no asistieron, aunque fueron invitados, la mayoría de los directores de los medios de prensa privados.
En ese momento, el Comandante en Jefe aseguró que “…periodismo no quiere decir empresa sino periodismo, porque empresa quiere decir negocio y periodismo quiere decir esfuerzo intelectual, quiere decir pensamiento; y si por algún sector la libertad de prensa ha de ser apreciada es, precisamente, no para el que hace negocio con la libertad de prensa, sino para el que gracias a la libertad de prensa escribe, orienta y trabaja con el pensamiento y por vocación, haciendo uso de ese derecho que la Revolución reconquistó para el país y que la Revolución mantiene para el país, aun en medio de todas las campañas tendenciosas que tienden a concitar cuantos enemigos sea posible contra la obra revolucionaria que estamos realizando”.
Las aseveraciones de Fidel son las que Cuba ha defendido durante todos estos años, pues asume un modelo alternativo de libertad de prensa, acorde a su realidad histórica, muy lejos de esa fórmula dogmática, con la ideología del imperio y manipuladora de intereses ajenos, como muchos nos han dicho. Asumimos en todo sentido una crítica responsable, constructiva, polémica, encaminada a la solución de los problemas; no a la hecha con falta de ética, banal, morbosa, superficial, y menos para complacer a nadie, con lo que quieren leer.
Nosotros también caminamos en medio de la sociedad de la información y por ello la nueva realidad convoca a elevar la inteligencia y reflejarla en los productos comunicativos que reciben las audiencias cubanas, las cuales, cada vez más tienen acceso a diversos medios para conocer, pensar, entretenerse, polemizar y hasta informarse. Sabemos que todavía quedan dificultades por resolver, mecanismos por engranar, intereses que fundir… pero en ese camino estamos, y la única exigencia para el tratamiento de un asunto determinado, por muy escabroso que sea, es la profesionalidad a la hora de hacerlo y la intencionalidad.
Cuando hablamos de esa libertad de prensa nadie puede olvidar lo que sucedió este Primero de Mayo en la Plaza de la Revolución José Martí de La Habana y que nuestros medios reflejaron. ¿Decir que un ciudadano interrumpió el comienzo del desfile al correr ante la muchedumbre portando una bandera de Estados Unidos, y convirtiéndose él y los agentes del orden que trataron de neutralizarlo, en el foco sobre el que se volcaron cámaras y micrófonos, eso no es libertad de prensa?
La libertad de información y la libertad de expresión siguen siendo principios de un debate abierto en una nueva era. Las Tecnologías de la Información y la Comunicación continuarán evolucionando y permitirán más a los ciudadanos formar su entorno mediático y acceder a una pluralidad de fuentes. La combinación del acceso a la información y la participación ciudadana en los medios de comunicación solo puede contribuir a incrementar el sentido de pertenencia y empoderamiento en los tiempos actuales.
En esa nueva realidad nadie puede olvidar lo que expresara el Comandante en Jefe en su entrevista con Ignacio Ramonet, donde define una cuestión cardinal, que marca cualquier diferencia con el resto de los medios del mundo: “Nuestros órganos de prensa no están en manos de los enemigos de la Revolución, ni en manos de agentes de los Estados Unidos. Están en manos de revolucionarios. Nuestra prensa es revolucionaria, nuestros periodistas, en la radio, en la televisión, son revolucionarios”. Sigamos construyendo una prensa libre, pluralista e independiente, como necesita toda sociedad democrática.
Tomado de Santiago Arde.