Por: Israel Valdés Rodríguez*
Esta patriota nació en Guanabacoa, el 21 de febrero de 1939, en el seno de una familia obrera. Ingresó en la Escuela Primaria Superior de su municipio a principios de la década del cincuenta.
Era una adolescente inquieta y con grandes deseos de superación personal, lo cual hizo que matriculara, además, en un curso de inglés. Allí la joven Urselia conoció a Antonio Briones Montoto (Tony), su futuro compañero en la lucha clandestina y con quien se vinculó sentimentalmente.
Criada en un ambiente de modestia y hondo espíritu patriótico, Urselia fue conformando su pensamiento político. En ello influyó decididamente su amor por José Martí, la lectura de su obra y la asistencia a seminarios donde se abordaban temas sobre la vida y el pensamiento revolucionario del Héroe Nacional de Cuba.
Su medio familiar también desempeño un papel fundamental en su formación revolucionaria, pues sus padres fueron decididos combatientes, primero contra el gobierno Gerardo Machado, y después contra Batista. También recibió una influencia positiva de Dulce María Montoto, madre de Tony, una ejemplar revolucionaria de aquellos tiempos.
Participó en una Conferencia por los Derechos de la Juventud, celebrada a finales de 1952. También estuvo presente en manifestaciones estudiantiles, mítines, protestas en la calle, así como en tareas de agitación y propaganda.
Se vivían días difíciles y la lucha contra la tiranía batistiana arreciaba tanto en las montañas como en las ciudades. Inmersa en los trajines de la clandestinidad, Urselia, había continuado y ampliado sus actividades, incorporándose a los grupos de acción del Movimiento 26 de Julio.
Disciplinada y consciente de sus responsabilidades, asumió lo que sería su última acción revolucionaria. El 3 de septiembre de 1957, esta joven de dieciocho años, estudiante del cuarto año del bachillerato, se preparaba para dar cumplimiento a la misión a ella asignada y que se insertaba en un plan de acciones simultáneas que se realizarían en diversos puntos públicos de la capital.
Cumplía esa tarea en el capitalino Cine América, cuando perdió la vida. La primera mujer mártir en la lucha clandestina sumó su nombre a la larga y heroica lista de cubanos y cubanas caídos en aras de un ideal revolucionario. Con su muerte, nos legó el ejemplo de abnegación y patriotismo de lo mejor de la juventud cubana.
* (San Antonio de los Baños, 1952) profesor e historiador, miembro del secretariado permanente de la Unión de Historiadores de Cuba.