Por: Cubahora
La política exterior de pretendida fiera acosada que lleva adelante Washington sigue creando tensiones alrededor del planeta, y en el caso de China, potencia nuclear que además ya es reconocida como la primera fuerza económica global, la Casa Blanca no ha hecho una excepción.
Hay que recordar, por ejemplo, que a inicios de su administración, Donald Trump empezó peligrosos coqueteos con las autoridades de Taiwán, que las autoridades de Beijing considera parte indivisible de su territorio, lo que llevó a claros desentendidos mutuos.
Por demás, los espacios mediáticos en manos de los hegemonistas no cesan de azuzar los temores masivos sobre el poderío y los avances técnicos de las fuerzas armadas chinas y rusas, como forma de justificar los nuevos gastos bélicos norteamericanos ya elevados al Congreso como parte de los presupuestos oficiales.
No obstante, hace apenas unos días Washington volvió a calentar el caso de Taiwán a través de sus pretendidos nuevos intentos de acercamiento oficial de las autoridades locales, a sabiendas de que Beijing considera esas maniobras como una inadmisible intromisión en sus asuntos internos más sensibles.
Esta es una pretensión gringa a la cual China ripostó de inmediato con una clara y tajante advertencia de que cualquier signo contrario a su política de un solo país con relación a esa Isla será respondida debidamente en todos los terrenos.
Mientras tanto, el gigante asiático hace hincapié en modernizar al máximo su poder militar y hacer de las fuerzas armadas locales unas de las más avanzadas del planeta.
Pero no se trata, como algunos se esfuerzan en demostrar, de afanes de conquista y expansión violenta y hostil, sino de pura lógica de defensa contra un poder agresivo estadounidense que hoy tiene los mayores gastos militares mundiales, bases bélicas en casi todo el orbe, incluidas las fronteras chinas, y no menos de doscientos mil soldados y oficiales dispersos por el mundo, amén de un historial pendenciero cargado de crímenes y desmanes de toda suerte.
Desde luego, China no es solo mal vista por los hegemonistas norteamericanos a partir de sus potencialidades militares, sino, y con especial preocupación, porque está destinada a convertirse en una triunfadora neta en materia comercial y económica que desplace de una vez a los Estados Unidos de los privilegios globales que ha usurpado por largos decenios en ambos espacios.
Como apuntábamos, no son pocos los analistas que ya sitúan el gigante asiático a la cabeza del planeta en materia económica. En sus relaciones con la propia Unión, por ejemplo, se ha convertido en el primer acreedor de la potencia imperial y la supera en la captación internacional de inversiones, amén de resultar un abastecedor trascendente de su comercio interno.
Pero además, en fecha muy reciente, Beijing se transformó en el mayor importador de petróleo del orbe, y por tanto, ha adquirido la facultad de imponer en cualquier momento su moneda y otras divisas previamente negociadas, como ejes en la compra-venta mundial de energéticos, dando fin a la añeja preponderancia del dólar en tales transacciones.
Y ello tendría muy serias implicaciones, toda vez que de adquirir preponderancia el denominado por algunos petroyuán, no solo los propios intereses norteamericanos deberán acomodarse al uso de otra moneda en el sector petrolero, sino que naciones como Venezuela y Rusia, grandes productores sancionados por la Casa Blanca, evadirían sin mayores problemas esas políticas restrictivas y agresoras.
Pues sí…el gigante asiático se alza como una piedra inamovible frente a un achacoso poder imperial al que solo le van quedando la hueca retórica altanera, el demencial camino de provocar un conflicto militar definitorio para la especie humana, o el entrar finalmente en razón.
Reblogueó esto en Sin Oropel ni Garufay comentado:
Excelente apreciación Cubahora y una verdad incuestionable a ojos vista: «…Pues sí…el gigante asiático se alza como una piedra inamovible frente a un achacoso poder imperial al que solo le van quedando la hueca retórica altanera, el demencial camino de provocar un conflicto militar definitorio para la especie humana, o el entrar finalmente en razón.».