Estados Unidos impone su matriz de opinión contra Cuba

Por Arthur González.

Fidel Castro y la Revolución cubana nunca fueron del agrado de Estados Unidos, incluso desde antes de lograr el triunfo contra el tirano Fulgencio Batista, asesino de más de 20 mil cubanos y un elevado número de torturados y mutilados por el accionar de sus órganos represivos, todos bajo el asesoramiento del FBI.

Es por eso que jamás la Casa Blanca y el Departamento de Estado desataron campañas a favor de los derechos humanos en Cuba. Sin embargo, desde que la Revolución comenzó a dictar leyes en beneficio del pueblo, Estados Unidos desató una virulenta cruzada mediática para hacerle creer al mundo que los nuevos gobernantes de la Isla violaban sistemáticamente los derechos humanos.

Ningún gobierno anterior a 1959 se ocupó más por los cubanos que el de Fidel Castro; este inició la campaña de alfabetización para enseñar a leer y a escribir a millones de personas que nunca pudieron ir a una escuela, estableció un sistema de salud gratuito, llevó la cultura a todos los rincones del país, de ahí que hoy Cuba es conocida en el mundo por su altísima calidad artística, gracias a las decenas de escuelas de arte a lo largo de la isla y le dio igualdad a la mujer y los negros para que no siguieran siendo discriminados.

Pero esa obra humana es opacada y silenciada por Washington que persiste en desvirtuar la realidad cubana para que su sistema no sea seguido por otros, de ahí el mantenimiento de la brutal guerra económica, comercial y financiera más larga de la historia, con el propósito de evitar que el modelo social y político de Cuba se expanda por el tercer mundo.

Al no existir oposición política a la Revolución, como reconoció en 1960 el sub secretario de Estado Lester Mallory, la CIA la fabricó, sufragándola, la entrena y abaste, algo que continua hasta la fecha, reclutando en los últimos años a figuras más jóvenes para intentar atraer a cubanas y cubanos.

Para ello ofrecen becas en Estados Unidos con el fin de conformar líderes juveniles, los que a su vez tratarían de sumar a otros a las actividades provocativas, sin obtener resultados.

En ese camino Carlos Alberto Montaner, agente CIA, terrorista y prófugo de una cárcel habanera donde cumplía sanción por colorar bombas en centros comerciales en el año 1961, se le acercó en España a la emigrada cubana Yoani Sánchez Cordero, ofertándole trabajar para ellos desde Cuba, y le pagaría con cientos de miles de dólares.
Ella regresó a la Isla en 2004, rompió su residencia en España y solicitó la repatriación. En el 2007 le crean el Blog Generación Y, en ese momento traducido a 9 idiomas, con un potente servidor en Alemania.

Le organizaron una campaña publicitaria para hacerle creer a los lectores que era una “joven opositora al régimen de Castro”. Al año de la salida del Blog, la revista Time la seleccionó entre las 100 personalidades más influentes del mundo y la revista People de América Latina, la nombró una de las 25 personas más relevantes del continente, algo insólito para una desconocida sin obra alguna. Acto seguido llegaron los premios relevantes en metálico, recibiendo en 10 meses más de medio millón de euros.

Hoy es una de las abanderadas de la cruzada desinformativa contra Cuba, pero no logró el objetivo de nuclear a los jóvenes cubanos en su accionar contrarrevolucionario.

El 16 de mayo 2018 Cuba presenta ante la ONU su informe sobre el cumplimiento de sus obligaciones en materia de Derechos Humanos, donde demostrará sus avances, a diferencia de países como Israel que asesina y masacra al pueblo palestino, pero Estados Unidos ni lo sanciona ni lo excluye, por ser su principal gendarme en esa zona.

La mayor de las Antillas posee una tasa de mortalidad de 4,04 por mil nacidos vivos, gracias a su sistema de salud socialista. Se destaca por su solidaridad mundial con todo el que necesite de su ayuda en el campo de la medicina, como hizo en el combate al Ébola en África, y ante desastres naturales en el mundo.

Pero la Casa Blanca insiste en no darle importancia a eso; por el contrario, orienta, instruye y sufraga a una contrarrevolución virtual, y declara oficialmente, sin vergüenza alguna, que ellos promueven un cambio de sistema en Cuba, y que su Congreso “financia la programación de la democracia en Cuba para proporcionar asistencia humanitaria, promocionar derechos humanos y libertades fundamentales y apoyar la libre circulación de información en lugares en donde está restringida y censurada”.

Con parte de ese dinero Estados Unidos pretende desarrollar espectáculos propagandísticos contra Cuba en los foros internacionales, malgastando cientos de miles dólares en costear boletos de avión, hoteles y restaurantes.

La Revolución socialista ostenta una obra sin igual en Latinoamérica y el tercer mundo, incluso en los propios Estados Unidos que poseen cerca de 43 millones de personas que viven en niveles de pobreza y otros sin seguro médico; por tanto, Cuba expondrá orgullosa sus logros para que el mundo conozca la verdad de una labor silenciada y deformada por casi 60 años, pero apoyada por la mayoría de los 11 millones de cubanos que viven bajo la despiadada guerra económica impuesta por el país de “la libertad y la democracia”.

Ante esas acciones siempre recordamos a José Martí cuando dijo:

“Es criminal querer forzar la opinión pública”.

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