El rey de los negocios sucios. #EEUU #Cuba

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Muchos presidentes de los Estados Unidos como Richard Nixon, se han visto involucrados en sonados escándalos políticos, y no pocos en fundadas sospechas e imputaciones de corrupción, pero parece que el actual inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, quiere superar a todos, ya que según demuestran varias investigaciones es el rey de los negocios sucios.

Indudablemente, las actividades empresariales de alcance internacional, desarrolladas durante décadas por el actual presidente estadounidense, le otorgan fundamento a su opinión en el sentido de que la legislación antisoborno de EE.UU. puede ciertamente representar en muchos casos un obstáculo para sus millonarios negocios como los inmobiliarios y afines, en los que pesan fuertemente dos factores claves: la necesidad de financiación, a menudo ligada al blanqueo de capitales, y la intervención estatal,  frecuentemente relacionada con la corrupción política.

Es de señalar que en la larga lista de negocios sucios del mandatario estadounidense, un lugar destacado lo ocupan los que mantiene con la mafia cubano norteamericana de Miami, y en particular, con su compinche de maquinaciones criminales contra Cuba, Nicaragua y Venezuela, el senador republicano Marco Rubio.

Para entender el gran problema político que afronta hoy EE.UU. hay que reflexionar sobre la biografía empresarial de su controvertido Presidente. Según todas las informaciones, hasta su llegada a la presidencia, las actividades empresariales de Trump se han centrado básicamente en negocios sucios inmobiliarios, como la adquisición de extensos solares o inmuebles, la construcción de grandes torres urbanas y su explotación comercial, aunque también haya tenido relevancia su participación en la explotación de lujosos casinos de juego y organización de grandes espectáculos. Negocios para los que se requiere una sustancial aportación inicial de dinero, generalmente ajeno, o financiación externa a medio y largo plazo.

En otras palabras, son empresas que requieren la aportación de inversiones millonarias que quedan asociadas al riesgo del posterior resultado del propio negocio, es decir, a la recuperación de esas inversiones mediante la comercialización posterior de apartamentos y locales, sea por venta o alquiler. Negocios en los que la procedencia ilegal del dinero facilita el crédito y disminuye sustancialmente su coste.

Es sabido que las inversiones de dinero sucio resultan más baratas para el receptor que las procedentes del dinero legal. De ahí la frecuencia con que los grandes negocios inmobiliarios son la vía más corriente para el lavado de dinero del narcotráfico, la corrupción o el latrocinio. Y asimismo se ven estimulados por entornos políticos neoliberales como demostró la crisis financiera.

Más aún, son un tipo de negocio cuya rentabilidad arriesgada en alto grado que, además de demandar sustanciales cifras iniciales de efectivo, depende mucho del entorno legal vigente, pues exige la obtención de permisos y autorizaciones de autoridades locales, regionales o nacionales, bien para la construcción como para la dotación de instalaciones y servicios o el alquiler o venta del producto final o de la administración y gestión de las viviendas y locales comerciales resultantes.

En otras palabras, la rentabilidad de los negocios inmobiliarios está ligada estrechamente con la política, la legislación y las reglamentaciones urbanísticas de cada país. De donde el logro de facilidades de las autoridades implicadas mediante el soborno reduce los costes finales y mejora la rentabilidad del negocio.

De ahí también la frecuencia con que la promoción inmobiliaria resulta asociada a la corrupción política de las autoridades y funcionarios implicados que flexibilizan la aplicación de leyes y reglamentos; o que simplemente las ignoran y toleran su inaplicación.

Los grandes negocios de Trump con la mafia

Además de los jugosos sobornos recibidos para su campaña presidencial de parte de la Asociación Nacional del Rifle y las empresas petroleras del “fracking”, es conocido que desde que se convirtió en presidente de los Estados Unidos, numerosas investigaciones y artículos han indagado en los negocios de Trump y sus presuntos vínculos con criminales y personajes sombríos. Esto es relevante porque parece probable que después de sus diversas bancarrotas, al menos una parte del imperio empresarial de Trump se haya construido sobre fondos imposibles de rastrear por su aparente vinculación con redes criminales.

Así, a principios de la década de 2000, una serie de quiebras significaron que Donald Trump fuera rechazado por la mayoría de los bancos prestamistas. En su búsqueda de crédito, comenzó a vender su marca comercial para proyectos inmobiliarios de alta gama. Un reciente informe de la veterana ONG británica Global Witness examina en detalle las conexiones criminales que impulsaron uno de esos proyectos, el Trump Ocean Club International Hotel y Tower en Panamá, y cómo este caso ofrece algunos de los mismos rasgos inquietantes que otras promociones inmobiliarias de Trump.

Es posible que Trump no se propusiera deliberadamente facilitar la actividad delictiva en sus negocios, señalan los autores del informe. Pero esta investigación muestra que vendía la licencia de su marca comercial de alto rango a promotores inmobiliarios de todo el mundo. Y uno de estos casos fue el lujoso Trump Ocean Club International Hotel and Tower en Panamá en cuya construcción y promoción los intereses financieros de Trump se alinearon con los de los delincuentes que buscaban blanquear ganancias ilícitas; sin que al parecer el empresario estadounidense hubiera hecho poco o nada para evitar esto. Y lo que está claro es que las ganancias del narcotráfico de los cárteles colombianos se lavaron a través del Trump Ocean Club mediante la compra de unidades hoteleras; y que Donald Trump fue uno de los beneficiarios, ganando decenas de millones de dólares.

En el caso del Trump Ocean Club, aceptar dinero fácil y posiblemente sucio, desde el principio habría sido en interés de Trump; porque era necesario un cierto volumen de ventas previas a la construcción para asegurar el financiamiento del proyecto, que a fines de 2010 le costaría 75,4 millones de dólares.

Uno de los hombres involucrados en el plan fue David Eduardo Helmut Murcia Guzmán, quien posteriormente fue sentenciado a nueve años de prisión por un lavado de millones de dólares. Otro fue Alexandre Henrique Ventura Nogueira, quien vendió unidades en el Trump Ocean Club y más tarde admitió que algunas de las personas con las que hacía negocios eran miembros de la mafia. Los familiares de Trump supuestamente estuvieron involucrados en la administración directa de este proyecto panameño.

Según reveló The Washington Post, en el 2015, el magnate Donald Trump hizo crecer su imperio inmobiliario a través de grandes contribuciones a campañas políticas y haciendo negocios con empresas de construcción y sindicatos manejados por la mafia.

En un reportaje de primera plana, el rotativo hizo públicos los resultados de una investigación de registros judiciales, así como de testimonios de Trump y otras personas sobre el ascenso empresarial del magnate, que habían sido mantenidos por décadas fuera de la esfera pública.

Ningún presidente serio ha tenido el mismo nivel de profundidad documentada de negocios con entidades controladas por mafiosos”, concluyó el diario.

Trump nació en Queens, Nueva York, y navegó en una de las industrias de construcción más corruptas del país para convertirse en un magnate, indicó el diario.

Entre las empresas controladas por mafiosos que tuvieron negocios con Trump figuran S&A Concrete, que proveyó materiales de construcción para la Trump Plaza en el East Side de Manhattan. Los dueños de S&A Concrete eran Anthony “Fat Tony” Salerno, jefe de la familia criminal Genovesa y Paul Castellano, jefe de la familia Gambino.

“Los dos hombres requerían que los proyectos de construcción multimillonarios obtuvieran el cemento a través de S&A, a precios inflados, de acuerdo con un encauzamento federal contra Salerno y otros”, señaló The Washington Post.

Salerno terminó en prisión acusado de pandillerismo. Su abogado Roy Cohn era también amigo y abogado ocasional de Trump. Aunque nunca fue acusado de un crimen, Cohn perdíó su licencia antes de morir en 1986.

Trump, quien declinó repetidas solicitudes de The Washington Post para una entrevista, no ha sido acusado de alguna ilegalidad.

The Washington Post hizo notar que las familias de la mafia controlaban en esa época el “Club del Cemento”, un cártel de contratistas que arreglaban contratos, torpedeaban la competencia y controlaban los sindicatos de trabajadores cementeros.

“Casi todos los proyectos de construcción grandes de Manhattan durante ese periodo fueron construidos con participación de la mafia (…) Eso incluyó la Trump Tower, el flamante rascacielos de 58 pisos en Fifth Avenue, que fue construido con concreto reforzado”, apuntó el diario.

Expertos coincidieron que Trump y otros desarrolladores de proyectos inmobiliarios tenían que adaptarse al ambiente prevaleciente en Nueva York para poder hacer negocios en la ciudad.

“No es ilegal, pero no se podría decir que tampoco es algo bello. Era un sistema muy enfermo”, señaló el profesor de derecho de la Universidad de Nueva York, James Jacobs.

Trump ingresó al negocio inmobiliario de tiempo completo en 1968, después de graduarse de la Wharton School de la Universidad de Pensilvania, de acuerdo con el recuento del diario.

En Queens, trabajó con su padre, Fred Trump, quien era el propietario de una firma inmobiliaria de edificios de departamentos y de otras propiedades a lo largo del país.

En 1971, Trump se hizo cargo de la empresa y empezó a cultivar a los ricos y poderosos haciendo donaciones regulares a miembros de la maquinaria política demócrata de Nueva York.

“Alcaldes, presidentes de barrio y otros funcionarios electos eran francos en sus peticiones de efectivo para sus campañas y ‘préstamos’, de acuerdo con una comisión sobre integridad gubernamental. Trump ha dicho que entre más rico se volvía, más dinero donaba.

Un reporte estatal encontró que Trump ignoró los límites de aportaciones estatales de campaña individuales de 50 mil dólares, así como los límites corporativos de cinco mil diseminando sus pagos entre 18 empresas subsidiarias.

Las donaciones de Trump a campañas políticas fueron presentadas por una comisión estatal como ejemplo de la relación financiera entre los desarrolladores inmobiliarios y las autoridades de Nueva York.

Pero el diario señaló que el magnate también hizo negocios con la mafia en Atlantic City, para entrar al negocio de casinos. Un memorando del FBI confirmó que Trump estaba consciente del involucramiento de la mafia en Atlantic City.

Violador sistemático de las leyes

El republicano sufrió en 2016 otro duro golpe. El fiscal general del estado de Nueva York pidió que la Fundación Trump dejara de solicitar donaciones en tanto no cumpliera las leyes impositivas locales. La Fundación Trump nunca se registró en la oficina de obras caritativas y no ha presentado las declaraciones anuales auditadas que se requieren, señaló Eric Schneiderman en una carta pública. La fundación “debe cesar inmediatamente de solicitar contribuciones o de comprometerse en recaudación de fondos”.

Al asumir la presidencia, Donald Trump presentó un plan complejo que, según él, lo aislaría de su negocio y evitaría los conflictos de intereses.

Pero abogados expertos en ética aseguraron que esto no era suficiente.

En una conferencia de prensa, Trump y su abogada sacaron la suficiente terminología legal y financiera que “la gente que quiere creer Trump se está ocupando del problema, puede apuntar a algo”, dijo Larry Noble, consejero general del Centro Legal de Campañas, un grupo de vigilancia del gobierno.

“Pero la realidad es que él no se ha encargado de ninguno de los problemas”, agregó el experto, y sus numerosos negocios siguen violando a diestra y siniestra las leyes.

Robert Mueller, fiscal especial designado para la investigación de las supuestas irregularidades cometidas por el equipo de Trump durante la campaña presidencial, también pondrá la lupa en las transacciones de negocios del presidente. La noticia se dio a conocer luego de que Trump dijera en declaraciones al New York Times que Mueller cruzaría la línea si toma la decisión de ir tras sus negocios.

El reporte de Bloomberg detalla que el fiscal especial investigará compras hechas por diversos clientes a propiedades de Trump. “Esas transacciones están, desde mi punto de vista, más allá del mandato del fiscal especial”, dijo el abogado John Dowd en un comunicado enviado a Bloomberg.

En otra investigación, el New York Times reportó que los supuestos vínculos de Trump con el Deutsche Bank están también bajo investigación.

Según publicó el 16.06.2017 el Washington Post, el fiscal especial Robert Mueller, investiga las finanzas y actividades comerciales de Jared Kushner, marido de Ivanka Trump.

Además de los negocios de Kushner,  el equipo del poderoso fiscal especial tiene bajo la lupa los negocios de otros asesores del presidente: el exconsejero de seguridad nacional Michael Flynn, el exjefe de campaña de Trump Paul Manafort y el asesor de campaña Carter Page.

Pero las indagaciones sobre el yerno del presidente de EE.UU. son especialmente significativas, porque se acercan al círculo más próximo a Trump y examinan el gran entramado de negocios que Kushner, un multimillonario del sector inmobiliario, ha tejido durante años.

En tanto estas investigaciones se desarrollan, las empresas del oligarca presidente siguen amasando cuantiosas fortunas aplicando las mafiosas artimañas a las que están acostumbradas, mientras su dueño se entretiene creando todo tipo de crisis contra la humanidad.

¡Tal es el personaje que intenta gobernar el mundo desde la Casa Blanca! En realidad, Donald Trump no es más que un claro ejemplo de la degradación moral y de principios que reina en los círculos de poder del decadente imperio norteamericano.

Tomado de: http://razonesdecuba.cubadebate.cu/articulos/el-rey-de-los-negocios-sucios/

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