La desquiciada guerra comercial de Donald #Trump (Parte II y Final) #EEUU

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Algunos expertos en economía internacional afirman que el que quiera entender a Donald Trump y sus recientes medidas arancelarias dirigidas a la RPCH, Europa, Canadá y México, tendría que estudiar lucha libre profesional.

A diferencia del boxeo, que se rige por determinadas normas, la lucha libre pretende ser un deporte en el que todo vale. No hay estrategia, sólo psicología. Ésto es con lo que estamos lidiando en la última ronda de peleas comerciales globales iniciada por el ególatra mandatario yanqui.

No hay ningún plan verdadero; En la práctica está actuando frente a su base de votantes del “Cinturón Oxidado”, o franja industrial del país, antes de las elecciones de mitad de término para tratar de mantener su imagen de “tipo duro” de corte neofascista, algo así como un nuevo Mussolini, ya que los sistemáticos fracasos políticos sufridos en los últimos tiempos ante Rusia, China, Irán, Corea del Norte, Cuba y Venezuela, han empañado aún más su maltrecho prestigio.

Pero hay un gran problema: al aplicar aranceles aduaneros, Trump colocó a los Estados Unidos en la peor de todas las posiciones: se enemistó con los países que podrían ayudarlo eventualmente a paliar una crisis económica..

Hoy en día, no se trata tanto del acero y del aluminio sino de quién establecerá los estándares para la economía digital y de quién tomará la delantera en áreas como las normas de telecomunicaciones 5G, el Internet de las cosas y la inteligencia artificial.

Ahí se producirá la mayor parte del crecimiento mundial en las próximas décadas. El comercio en el antiguo sector de bienes y servicios se ha estancado hace años, mientras que los flujos comerciales digitales aumentaron 45 veces entre 2005 y 2014, según el McKinsey Global Institute (MGI).

La economía del nuevo mundo no se basa en la industria del metal, sino en la potencial informática y los datos. En esta área hay una tremenda oportunidad para elevar la productividad, algo que el mundo necesita con desesperación.

Por ello, lo que parece una guerra comercial terminará siendo un frustrado intento de intimidación a China y al resto del mundo para hacer que todos fortalezcan a EE.UU. concediéndole recursos económicos y oportunidades de desarrollo, mientras China abandona el camino a ser otro centro de capital y tecnología.

Dicen otros analistas que la decisión es una muestra más de las debilidades de EEUU, nación que impulsó la globalización pero que ahora “se le vuelve en contra, por el envejecimiento de su industria”. Se trata de un plan tarifario anual de 60 mil millones de dólares para productos chinos que reafirma la tendencia del presidente y magnate a mezclar intereses económicos y de seguridad para ejercer presión sobre China.

La medida busca recaudar dinero para compensar los recortes anteriores de impuestos internos, además Trump prometió recuperar puestos de trabajo y reducir el mayor déficit comercial que ha habido en siete años, unos 566 mil millones de dólares. Precisamente la mayor brecha comercial es con China: 375 mil 100 millones de dólares, lo que representa un aumento anual del 8,1%.

Abriendo la toma puede verse que, en cuanto a exportaciones al mundo, EEUU creció poco más de seis veces mientras que China lo hizo por encima de 70 veces.

Exports to the world* 1986 2016
United State (US) $211 billion $1330 billion
China $27 billion $1980 billion

Además, el crecimiento de la deuda del gobierno de EEUU ha superado el 100% de su producto interno bruto (PIB), siendo el cuarto país con mayor porcentaje de su PIB endeudado.

US government debt.* US government debt as share of GDP*
1998 $5.5 trillion 1998 60%
2008 $10 trillion 2008 67%
2018 $21 trillion 2018 107%

China es el primer poseedor de deuda de EE.UU. debido a que le vende a crédito más de lo que le compra, y también a que le compra bonos del gobierno a bajo riesgo en medio de una danza turbulenta de calificadoras y bancos rescatados. En la economía global, el dólar tiene mucho más poder adquisitivo que el yuan. Esto hace que los productos estadounidenses sean más caros para exportar a los países extranjeros que los productos chinos. Por lo tanto, los precios de China para los productos manufacturados son mucho más competitivos que los de EEUU.

Las medidas proteccionistas como las tomadas por Trump, en medio de una arquitectura económica que la misma corporatocracia estadounidense ha subordinado al libre mercado, pueden resquebrajar más la dinámica interna de EE.UU. Personajes como su ex consejero económico Gary Cohn, Orrin Hatch, jefe republicano del Comité de Finanzas del Senado y el líder de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, han manifestado su descontento y distancia frente a tales medidas.

Mientras Richard Trumka, el mafioso presidente de la central sindical AFL-CIO que agrupa a más de 12 millones de trabajadores del sector público y privado de EEUU, dijo que el anuncio de aranceles al acero y aluminio es un “paso positivo” para proteger empleos en EE.UU. John Heisdorffer, presidente de la Asociación Estadounidense de Soja (ASA), reiteró su “gran preocupación” sobre el potencial de China para tomar represalias contra la soja estadounidense, ya que es el mayor comprador y consume casi un tercio de la producción por valor de 14 mil millones de dólares anuales.

Los mercados bursátiles de todo el mundo cayeron en días pasados, lo que refleja los temores de los inversores de que el comercio entre China y EE.UU. empeorará.

La senadora demócrata Heidi Heitkamp se refirió a la economía de su estado, Dakota del Norte, diciendo que “necesita una guerra comercial tanto como una vaca necesita una hamburguesa. 50% de las exportaciones de Dakota del Norte a la Unión Europea (UE) son productos agropecuarios y maquinaria de construcción y 60% de nuestras exportaciones a China son bienes agrícolas”.

La directora adjunta del Departamento de Información del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Popular China, Hua Chunying, dijo que su país “luchará hasta el final” en cualquier guerra comercial e instó a los EEUU a tomar decisiones cautelosas. Agregó que el país norteamericano importó productos de bajo costo y mano de obra intensiva de China en grandes cantidades, lo que redujo considerablemente los costos para los consumidores estadounidenses, aumentó sus excedentes, mejoró el bienestar de los consumidores y también ayudó a los EEUU a frenar la inflación.

Los países del Tercer Mundo serán los más afectados

Se afirma que China no será la principal afectada por esas medidas, sino los aliados más cercanos de EEUU, que es el mayor importador de acero del mundo con 20 millones de toneladas anuales por valor de 24 mil millones de dólares. El principal abastecedor es Canadá, con el 17% del total, seguido de cerca por Corea del Sur y Brasil. Trump ha prometido que hará excepciones a aliados como Argentina, Canadá y México, con lo que intenta mantener el control directo y la incondicionalidad de sus aliados. China es apenas el undécimo exportador de acero a EEUU. Proveedores importantes como Japón, Alemania y Taiwán, serán también perjudicados por las medidas anunciadas.

China espera reducir notablemente las barreras de acceso al mercado, facilitar la inversión y alentar la entrada de capital extranjero en más regiones, las estrategias de cooperación que lleva a cabo su diplomacia le permitirá diversificar mercados. Mientras EEUU se pelea con medio mundo, incluyendo sus más cercanos aliados, China apuesta por más libre comercio y más globalización sin agendas bélicas. En este sentido el avance de su relación con Europa permitirá estrechar relaciones que aíslen a EEUU mientras persista esa visión única y excluyente.

Es así como China ya opera cerca de 20 líneas de trenes de carga que le comunican directamente con ciudades europeas como Londres, Madrid, Rotterdam o Varsovia mediante la ruta China-Madrid que lleva funcionando más de un año y es el servicio ferroviario más largo del mundo que será optimizado por empresas rusas a un costo total de 242 mil millones de dólares.

Hace años EEUU dejó de ser la superpotencia que aportaba el 50% de los bienes producidos en el mundo, luego de la Segunda Guerra Mundial. Hoy asistimos al colapso de una nación endeudada y dividida que pasa por complejos conflictos sociales, que no es el punto de referencia económico y político que fuera para los países occidentales.

Una guerra comercial socavaría los intereses de los consumidores estadounidenses (motor de la economía interna de ese país), las empresas y el mercado financiero directamente. Voceros chinos calificaron la brusca caída de las acciones en EEUU como “un voto de desconfianza por parte del mercado financiero hacia las políticas incorrectas relevantes y los movimientos del lado estadounidense”.

Medios chinos afirman además que el estadounidense promedio, en su ansia de consumo, no quiere una guerra comercial con China; si ésta llegara a intensificarse y dañar su economía, Trump lo pagará muy caro en las urnas. Sin embargo, dado que ambos países son dos de las más grandes potencias económicas, una guerra comercial entre ellos repercutirá sin falta en el resto del mundo. De acuerdo con el director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Roberto Azevedo, si este enfrentamiento llega a escalar, puede detonar una recesión económica global, como lo que pasó en 2008.

Lo que ha sucedido hasta ahora ya nos dio un indicio. Cuando China anunció el aumento de aranceles de entre 15 y 25% a 128 mercancías estadounidenses, Wall Street reaccionó con una baja del 2.7% en el Dow Jones. Por ello, un movimiento en falso de los Estados Unidos puede tener consecuencias en todo el planeta, tomando en cuenta que las economías son cada vez más interdependientes.

Al respecto, una verdad se desprende de este análisis, los países del Tercer Mundo, y en particular los más pobres, serán los principales afectados por las desastrosas consecuencias de esta guerra comercial sobre sus débiles economías.

Las condiciones de pobreza, desigualdad y precariedad han hecho que a lo largo de las décadas se genere una dependencia económica de los países que se encuentran en el Sur hacia los considerados “potencias mundiales” u otros organismos internacionales crediticios como, por ejemplo, el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional. Hablamos de deudas millonarias que no siempre se pueden suplir debido a sus condiciones o por los cuantiosos intereses que conllevan, y que algunos países proyectan a largo plazo, empeñando el futuro de las generaciones venideras.

En América Latina, África y Asia están ubicados la gran mayoría de los países del denominado Tercer Mundo, casi todos con enormes compromisos crediticios que les obligan a adoptar las medidas que les imponen las potencias de sus respectivas regiones. Son países que están en una clara desventaja comercial.

Además, las medidas que les son impuestas, lejos de contribuir a la reducción de los niveles de pobreza y desigualdad, en casi todos los casos ahondan aún más la brecha social y la precariedad de sus habitantes.

En virtud de lo expuesto, lo que de seguro se incrementará con la guerra comercial iniciada por Donald Trump, serán los flujos migratorios hacia los países más desarrollados incluyendo los Estados Unidos, convirtiendo este fenómeno en un círculo vicioso sin fin.

Pero nada de ello parece importar al megalómano mandatario yanqui, siempre que pueda materializar sus delirantes fantasías de reafirmarse en la Casa Blanca como una especie de emperador romano, mientras al igual que el enajenado Nerón, contempla impasible arder a su alrededor la economía mundial.

*The Spectator Index (@spectatorindex) 18 de marzo de 2018

Parte I: La desquiciada guerra comercial de Donald Trump

Tomado de: http://razonesdecuba.cubadebate.cu/articulos/la-desquiciada-guerra-comercial-de-donald-trump-parte-ii-y-final/

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