La embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Nikki Haley, se reunió en marzo con congresistas anticubanos. De izquierda a derecha: Marco Rubio, Carlos Curbelo, Haley, Ileana Ros-Lehtinen y Mario Díaz-Balart.
De visitantes a residentes. De cubanos en Estados Unidos a cubanoamericanos. De minoría étnica a participantes activos en la política del país más poderoso del mundo. Según datos del censo de aquel país, hay alrededor de dos millones de personas de origen cubano; y aunque a primera vista esa cifra no parece significativa, se trata de una comunidad altamente representada dentro del sistema de gobierno, especialmente en el Congreso.
Actualmente hay tres cubanoamericanos en el Senado y otros cinco en la Cámara de Representantes. Dicho de otro modo, los cubanoamericanos son alrededor del 0,6 % de la población, mientras representan el 3 % del Senado y 0,9 % de la Cámara.
La combinación de varios factores, que incluyen las características demográficas de la comunidad y su concentración en un Estado como Florida, su participación electoral, junto a los niveles de organización y el poder económico de sus miembros, han contribuido a esas cifras.
Desde sus puestos dentro del Congreso se han dedicado a impulsar medidas hostiles a Cuba, con menor o mayor intensidad, dependiendo del contexto histórico y político en cuestión. Después del 17 de diciembre de 2014, cuando se anunció el camino de acercamiento entre ambos países, se agudizó una lucha dentro del Capitolio estadounidense con respecto a Cuba, y se comenzaron a presentar proyectos de ley para allanar el camino de las relaciones bilaterales y, paralelamente, otros para dificultarlas.
A la cabeza del segundo grupo marchan, precisamente, algunos de esos congresistas cubanoamericanos, a pesar de que las encuestas indiquen que la comunidad que ellos representan apoya mayoritariamente la “normalización” de las relaciones.
El más mediático parecería ser el senador republicano por Florida Marco Rubio, quien saltó a la vida política nacional en las elecciones de medio término de 2010, y desde entonces ha tenido una carrera de rápido ascenso. Nació en 1971 en Estados Unidos; hijo de cubanos que emigraron antes de 1959. Mientras estudiaba Derecho trabajó para la también congresista cubanoamericana Ileana Ros-Lehtinen. Asimismo, colaboró con la campaña del candidato presidencial Bob Dole en 1996, candidato presidencial republicano que perdió ante William Clinton.
Fue comisionado de West Miami entre 1998 y 2000, miembro de la Cámara de Representantes de Florida entre 2000 y 2008, y líder de la mayoría entre 2003 y 2006. Su formación y estrechos vínculos con el Partido Republicano en Florida, unido a los cambios en la vida política estadounidense en 2010, ayudaron a que Marco Rubio se vinculara al Tea Party. En una muestra de que sus aspiraciones no terminan en el Congreso compitió por la candidatura republicana a las elecciones presidenciales de 2016.
Como parte de la narrativa de su vida, que utilizó durante sus campañas, insistía en ser el hijo de “exiliados cubanos que habían huido de la dictadura de Castro”. No obstante, documentos publicados en el 2011 por el diario The Washington Post demostraron que sus padres habían emigrado en la década de los 50 para buscar trabajo en Estados Unidos.
Los registros de sus votaciones en el Congreso lo ubican en el espectro conservador de la política estadounidense. Se opone al aborto, al matrimonio igualitario, al aumento de impuestos para los más ricos, apoya la tenencia de armas y cuestiona la responsabilidad humana en el cambio climático.
Actualmente preside el Subcomité para los Asuntos del Hemisferio Occidental, dentro del Comité de Relaciones Exteriores. Eso significa que cualquier proyecto de legislación relacionado con América Latina debe pasar por su escritorio. Desde ese puesto ha impulsado medidas para recrudecer sanciones contra Cuba y Venezuela.
Si Marco Rubio es el más mediático, la de mayor experiencia es Ileana Ros-Lehtinen, republicana, que representa al distrito 27 de Florida desde 1989. No solamente fue la primera cubanoamericana, sino la primera mujer hispana en llegar al Capitolio. Nació en Cuba en 1952, emigró a la edad de siete años y sus vínculos con las organizaciones del llamado “exilio histórico” son evidentes.
Su primera campaña al Congreso Federal estuvo dirigida por Jeb Bush, hijo menor del entonces presidente George W. H. Bush. Se identifica con posiciones conservadoras en política exterior, aunque en asuntos de política interna ha apoyado temas considerados “liberales” como el matrimonio igualitario. De hecho, en 2012 fue la primera dentro del Partido Republicano que lo apoyó públicamente.
Entre 2011 y 2013 presidió el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara. Uno de los mayores contribuyentes a sus campañas ha sido Irving Moskowitz, financiador de los asentamientos israelíes en los territorios ocupados de Cisjordania y Jerusalén.
Así, la postura de Ros-Lehtinen en materia de política exterior no solo es agresiva con respecto a Cuba, sino también de respaldo a Israel. Según el Center for Responsive Politics, el primer lugar entre los donantes para sus campañas lo ocupan empresas y PACs pro-israelíes.
Otro que ha sido muy activo promoviendo medidas contrarias a Cuba es el republicano Mario Díaz Balart, representante por Florida. A diferencia de su hermano Lincoln —que también integró la Cámara de Representantes entre 1993 y 2011— nació en Estados Unidos.
Antes de llegar al Capitolio Federal sirvió durante 14 años en la legislatura estadual floridana, en ambas cámaras. Su historial de votación podría catalogarse como de moderado a conservador. Se opone al aborto, al aumento de los impuestos, a la regulación de la tenencia de armas y al matrimonio igualitario.
Es miembro del Comité de Asignaciones de la Cámara de Representantes, donde preside su subcomité de Transporte, Vivienda y Desarrollo Urbano. Junto a Ileana Ros-Lehtinen ha encabezado las principales iniciativas contra Cuba dentro de la Cámara de Representantes.
¿Por qué esos congresistas continúan promoviendo medidas contra Cuba, aunque las encuestas demuestran que la mayoría de los miembros de la comunidad cubanoamericana apoya el acercamiento entre ambos países? ¿Por qué, a pesar de esa contradicción, permanecen en el Congreso?
La comunidad cubanoamericana ha experimentado cambios demográficos notables en lo que va de siglo, reflejados en su comportamiento electoral. En la actualidad son mayoría los llegados en algún momento posterior a 1990, con posiciones políticas que difieren de los arribados durante las décadas anteriores.
A pesar de eso, aún tienen mayor influencia económica y política los representantes de las primeras oleadas migratorias, que mantienen posturas más conservadoras. Asimismo, entre los nuevos inmigrantes los niveles de activismo político y participación electoral son menores.
Igualmente, aunque el hecho de ser cubanoamericanos ayudó en alguna medida a que esos políticos llegaran al Capitolio, una vez allí su proyección ha incluido asuntos referidos no solo a Cuba, para poder garantizar su permanencia.
Tomado de: http://www.cubahora.cu/politica/quienes-son-los-cubanoamericanos-en-el-congreso-de-estados-unidos