El hecho no es solo eliminar a Lula, como antes lo hicieron con Dilma Rousseff, sino evitar que el Partido de los Trabajadores (PT) regresara al poder.
Simplemente era dejar el tiempo correr, que se acercara lo más posible la fecha de las elecciones presidenciales de Brasil, el 7 de octubre venidero, a fin de tener el escenario adecuado para que la injusticia del país suramericano acabara de marginar a Lula como candidato de unos comicios en los que de ninguna manera le podían dejar participar, porque, de ser contados los votos, ganaría ampliamente, sin discusión.
Y es que el hecho no es solo eliminar a Lula, como antes lo hicieron con Dilma Rousseff, sino evitar que el Partido de los Trabajadores (PT) regresara al poder con un proyecto que evitaría el continuado saqueo del país.
Para ello había que fabricar falsas pruebas, como lo hicieron con Dilma para sacarla de la Presidencia, y ahora con Luiz Inácio Lula da Silva, quien está condenado a más de 12 años de prisión por delitos no comprobados, gracias a la maquinaria de falsedades iniciada por Sergio Moro y seguido por el resto de los venales jueces brasileños en los diferentes niveles, no importan los pomposo nombres con que “santifican” sus tribunales.
Aunque se habla de que se podía seguir recurriendo para tratar de echar abajo el dictamen contra Lula, lo cierto es que pienso que no hay tiempo para ello, y apenas para aplicar el denominado Plan B del PT, que, al parecer, llevaría a Fernando Haddad a ocupar el puesto del ex presidente.
Antes de ello, la prensa brasileña, mayoritariamente reaccionaria, indicó que Haddad tenía apenas el 4% de la simpatía popular, debido a su aspecto frío, de intelectual, no cercano a las masas como Lula, una semblanza divulgada para desacreditarlo como líder popular, completada con el anuncio de la Fiscalía de Sao Paulo de que lo acusaría de enriquecimiento ilícito, y solicitó la suspensión de sus derechos políticos.
De acuerdo con la denuncia, Haddad pagó una deuda de tres millones de reales (unos 750.000 dólares) de la campaña del 2012, en la que disputaba la alcaldía de la ciudad más poblada de Brasil, con recursos no declarados de la constructora UTC.
El Partido de los Trabajadores (PT), a través de un comunicado, señaló que la denuncia presentada contra Haddad es tan falsa e irresponsable como la que otros miembros de la Fiscalía presentaron contra Lula, encarcelado desde el pasado abril para purgar una condena por corrupción pasiva y lavado de dinero, no comprobados, subrayo.
«Ya esperábamos este tipo de maniobra, principalmente después de las últimas encuestas que mostraban la posibilidad de Lula de vencer en la primera vuelta», agregó la formación de izquierda.
No obstante, sea Haddad u otra figura del PT quien sustituya a Lula, no es fácil llevar las simpatía del ex mandatario al nuevo candidato, por lo que se hace imperiosa la necesidad de hacer llegar a sus simpatizantes que lo más importante es votar por el proyecto de cambio que llevaría el candidato del PT.
Lo cierto es que todo lo que ha acontecido en estos dos últimos años es la preparación de una traición al pueblo para arrebatarle las conquistas realizadas durante los gobiernos del PT, traición que ha tenido su culminación en este mes de septiembre con el rechazo de la candidatura de Lula, y que solo una política firme, de no dar un paso atrás, pudiera revertir.
Tomado de Cubasi