Por Sonia Regla Pérez Sosa y Cruzmar
En entrevista exclusiva al órgano de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, el Héroe de la República de Cuba, general de división (r) José Ramón Fernández Álvarez, recapitula instantes de una vida ejemplo de ética y lealtad.
A nuestro entrevistado llegamos de maneras diferentes. Una volvió a intercambiar con esa persona que admira por su lealtad a la Revolución y a la combatiente Asela de los Santos; la otra se acercó por primera vez a ese Gallego cubano, de quien tanto escuchó hablar durante su infancia y juventud por las continuas visitas y preocupaciones hacia su Jagüey Grande.
Mas no fue difícil acompañarnos en este reto profesional. Ambas compartíamos casi las mismas preocupaciones sobre el desempeño de este santiaguero de nacimiento y militar por vocación.
No constituye esta la primera vez que José Ramón Fernández Álvarez forma parte de las páginas de la revista de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), pero por el tiempo transcurrido, el actual general de división de la reserva tuvo mucho que contarnos.
A petición suya, olvidamos las preguntas y lo dejamos hablar. Bastaron unas líneas temáticas para comprobar que la suave cadencia en sus palabras no era resultado del paso de los años, sino de la constante reflexión sobre sus vastos conocimientos.
Resultó esta una manera de saldar deudas y homenajear a un seguidor de Verde Olivo, “de esa revista que fue divulgadora permanente y hábil, de todos los ejercicios defensivos realizados en la República de Cuba, orientada por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, instrumentada por el General de Ejército Raúl Castro Ruz y desarrollada por jóvenes audaces, quienes estaban en todas partes compilando historia. Hoy, a la publicación le toca ser el moderador constante y el juicioso representante de la institución militar.
“Recordemos que sin la historia no somos nada. Ella lleva implícita la cultura mediante el canto, el baile, la música, el idioma, las costumbres, la forma de relacionarse, defender el patrimonio, revivir las enseñanzas de patriotas, personas atrincheradas en sus ideas, capaces de ajustarse todo el tiempo”.
El porte de nuestro entrevistado impone respeto. Innegablemente luce su preparación como oficial durante más de cuatro décadas. No resulta difícil imaginarlo en su graduación como primer expediente de la Escuela de Cadetes de Cuba, cuando alcanzaba sus sueños de acogerse a la disciplina militar y enfrentar las injusticias que conocía.
Entendemos ahora qué pasó aquel mes de marzo de 1956 cuando ese primer teniente del Ejército Constitucional, tras el golpe de Estado de Fulgencio Batista, fomentó y encabezó en su centro de estudios a un grupo de oficiales y profesores con el propósito de deponer al tirano.
Integraba así un movimiento bautizado como Los Puros, por el cual estuvo preso en Isla de Pinos hasta el triunfo revolucionario, junto a expedicionarios del yate Granma, miembros de la Dirección del 26 de Julio, luchadores de la clandestinidad, del Directorio Revolucionario y de la Triple A.
Él conocía muy bien la organización, estructura, equipamiento, preparación técnica y táctica del ejército del cual formaba parte. En la medida que avanzó la guerra, se desmoronó la moral de combate del enemigo, pues no tenía una causa justa para defender, la cual sí poseía el Ejército Rebelde, “tropa que tuvo un papel importante en la Sierra Maestra y después hizo posible los cambios y medidas previstos en el Moncada y en La historia me absolverá”, aclaró.
Rememorar el 12 de enero de 1959, cuando el entonces comandante Fidel Castro Ruz lo convocó para el antiguo Estado Mayor de Columbia, le hizo pensar en “aquel grupo de militares connotados que habíamos estado encarcelados y escuchamos durante varias horas su explicación sobre el papel de las fuerzas armadas al servicio del pueblo, la defensa, disciplina, orden, hasta del uniforme”.
Su voz se alzó y recordó cómo Fidel, al terminar la exposición sobre los proyectos revolucionarios, lo incitó a incorporarse al nuevo cuerpo armado, específicamente como director de la Escuela de Cadetes de Managua.
“Yo le expliqué que no deseaba volver a la vida militar. Estaba trabajando y en aquella época laborar era la gloria, pero él me convenció para asumir este cargo, pues lo necesitaba la Revolución y así lo hice.
“El 21 de enero salió en todos los medios de comunicación el anuncio para iniciar la escuela, convocando para trescientas plazas. A pesar de presentarse muchos, solo entraron ciento veintitrés y se graduaron cincuenta y cinco.“La primera tarea asumida fue subir el pico Turquino veinte veces y en el primer recorrido, al desembarcar en el río Magdalena, naufragamos. Fidel siempre estuvo preocupado por la participación del pueblo en la defensa del país.
“Para integrar los batallones de milicias de La Habana debía realizarse una marcha en una tarde noche, que saliendo de Managua, frente a la Escuela de Cadetes, pasaba por San Antonio, San José de las Lajas y regresaba al inicio. Hacerla necesitaba una preparación física adecuada.
“En cada meta nos dimos cuenta que la voluntad de hacer, cumplir y vencer, es la fuerza más poderosa, para la cual no hay imposibles. Ella supera la dignidad y aumenta la energía propia.
“Durante la primera graduación, Fidel pronunció un elocuente discurso donde se refirió a la semilla sembrada que nos permitiría tener milicia y poderío militar revolucionarios, pues los oficiales graduados formarían muy pronto más de quinientos tenientes de milicias (oficiales de milicias). Así vencíamos el obstáculo de la ignorancia.
“Habló además de la organización de la gran masa combatiente, la constitución de unidades de combate con disciplina y eficacia, pues al pueblo había que entrenarlo, organizarlo, instruirlo, y esa era nuestra tarea principal”.
Entonces aparecieron sus nostalgias por la Escuela de Responsables de Milicias, que bajo su dirección, en los años iniciales de la década de los 60, graduó a más de mil quinientos cuarenta oficiales para formar las Milicias Nacionales Revolucionarias en toda la Isla.
“El primer curso comenzó el 7 de octubre de 1960 y constituía un privilegio ganado con el esfuerzo de subir tres veces el Turquino. Aquí ingresaron alrededor de seiscientos combatientes y se graduaron quinientos treinta y cuatro, siempre bajo la mirada crítica y colaborativa del compañero Fidel”.
Así aparecieron anécdotas que resaltaban el mérito y voluntad de aquellos jóvenes al imponerse a las interminables caminatas y a la preparación necesaria.
“En la escuela comenzamos a alistar los batallones de La Habana, en la Chorrera, el Esperón u otros lugares. Ahí se entregaba la boina verde olivo, el fusil, ¡y hacia las clases! Existían alambradas que estaban a sesenta pulgadas del suelo y ejercicios que requerían marchas de cientos de kilómetros. No todo el mundo resistía, pero los enseñamos a luchar.“Fueron estos los batallones que luego combatieron en Girón, el Escambray y otros lugares. Empezamos por el 111 en Managua y llegamos hasta el 160 y pico, aunque no existía esa cantidad de agrupaciones, era una manera de desinformar al enemigo.
“Fidel lo llevaba todo a punta de lápiz y me ordenó clasificar a los alumnos en A, B, y C, de acuerdo con sus aptitudes, preparación, escala ofensiva, pues teníamos personas desde cincuenta hasta dieciocho años de edad. “Los milicianos pasaban un curso relativamente breve de dos semanas, donde se les exigía mucho y daban clases desde las seis de la mañana hasta las once de la noche en campamentos provisionales.
“En el Escambray, por ejemplo, alrededor de cuarenta mil de estos hombres cercaron las lomas por donde transitaban los bandidos. Ponían su hamaca cada cincuenta o sesenta metros y era seguro el ¡no pasarán!”
Su modestia le permitió hablar de algunas experiencias ajenas, pero en complicidad de saberes, le reconocimos su influencia entre 1960y 1961en los sistemas de preparación combativa y de las escuelas de Milicias, Artillería, Cadetes, Tanques, hasta la Básica Superior, devenida en Academia de las FAR.
“Mas este movimiento educativo lo desarrollé a partir del perfeccionamiento constantemente orientado por el General de Ejército. En aquel momento se titularon muchos oficiales en la Isla, pues necesitábamos graduaciones rápidas de tres o cinco años, para expandir las ciencias militares. Otros después estudiaron en la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas”.
Hablar de sus experiencias en Playa Girón, consideramos que fue de los momentos más emotivos. Entusiasmado, declaró que en esta misión no solo iba a defender una causa justa al enfrentarse a un enemigo poderoso, sino también representaba una ansiada oportunidad de realización personal.
Entonces nos trasladó a lugares cenagosos, casi inhóspitos, donde comandó una de las agrupaciones principales en la lucha contra el desembarco mercenario. Avanzamos como parte de su agrupación por el central Australia, Pálpite, Soplillar, Buenaventura, Playa Larga, Punta Perdiz, hasta tomar Girón el día 19 de abril de 1961. Sin embargo, como en aquel momento, tampoco habló de las heridas sufridas durante estas acciones.
Para él, Girón significó mostrar mediante decisiones prácticas, su compromiso con la defensa de la Revolución y el socialismo; la misma convicción que como presidente del comité organizador, manifestó durante marzo de 2001 en la Conferencia Científico Académica: Girón 40 años después.
“En esos momentos recordé mucho a Fidel y Raúl, porque siempre estuvieron convencidos de que seríamos invadidos, por ello debíamos prepararnos para luchar con convicciones, conocimientos y fusiles. La conciencia y el convencimiento de que defendían la más justa de las causas para el pueblo de Cuba, motivaba el sólido espíritu combativo”.
Tras evocar ese momento decisivo para la soberanía cubana, nos habló de la necesidad en aquel entonces de la Escuela Básica Superior de las FAR y compartió cómo hasta 1970 ocupó distintas responsabilidades dentro de la institución militar hasta desempeñarse como viceministro.
“Al fundarse la Escuela Básica Superior, actual Academia de las FAR, Orden Antonio Maceo, Orden Carlos J. Finlay, participé en el primer curso para que se entendiera la necesidad de superación, perfeccionamiento y actualización de conocimientos y estrategias militares.
“Al concebirse dicha idea, se informó que el centro de estudios se denominaría Escuela Superior de Guerra y Raúl no estuvo de acuerdo, él proponía Escuela Básica Superior, ‘pues lo otro había que ganárselo’.
“El General de Ejército ha atendido en el país muy de cerca y de manera extraordinaria el trabajo con la tropa, la oficialidad, los cadetes, pues fue y es el arquitecto, impulsor, ejecutor de la institución.
“Esta fue la época en la cual Raúl organizó y creó estructuras como las escuelas militares Camilo Cienfuegos, cantera de los futuros cadetes, desde donde las FAR forman cuadros para todas las especialidades militares y civiles del país. Obra que hoy permite que casi el cincuenta por ciento de los coroneles y generales en activo procedan de esos centros.
“Poco a poco esas escuelas se modificaron, mediante la preparación y voluntad de un conjunto de jóvenes con espíritu de sacrificio, que teníamos muchas ganas de hacer. Así perfeccionamos los métodos de enseñanza.
“Lo anterior permitió que hasta hoy miles de jóvenes llenen dichas instituciones de oriente a occidente. Aquí se les motiva, sin obligación, a formarse como oficiales, pues ser integrantes de las fuerzas armadas no es un modo de vida, sino una razón para vivir.
“Puede ser ese uno de los mayores orgullos del trabajo de Raúl y no podemos dejar de mencionarlo, pues de esta manera también se forma la Patria. Los generales instruidos en esos centros constituyen la satisfacción de toda la dirección del proceso revolucionario. Aquella juventud es hoy nuestro presente y será el nosotros de mañana”.
Aún el Gallego reconoce su asombro ante la solicitud del General de Ejército de pasarlo al Ministerio de Educación como viceministro primero, donde sería útil, por su desempeño en esta esfera dentro de las FAR.
“Tal vez por ello cuando empecé, él mandó a muchos especialistas a verme para saber qué hacíamos en las fuerzas armadas en relación con la instrucción de pregrado y posgrado.
“Entonces nos apoyamos en la formación de valores a través de la prédica y el ejemplo de quien los practica. No puede haber un buen gobierno y un eficiente sistema educacional que no se apoye en la familia”.
José Ramón tiene la virtud de la modestia. Pero sabemos que en estos años —no obstante el aumento de nacimientos a mediados de la década del sesenta, del siglo pasado—, mejoraron los indicadores principales de la educación primaria y como consecuencia hubo una explosión en la matrícula de la enseñanza media. Además, el personal docente aumentó su nivel educacional y muchos educadores se prepararon en las Ciencias Pedagógicas.
La población adulta, por su parte, obtuvo el sexto o noveno grado y él fundó y consolidó la enseñanza Técnica y Profesional. Poco a poco se desarrolló la formación posgraduada, la investigación pedagógica y sicológica. Bajo su supervisión, además, se ejecutó un plan de becas que atrajo a Cuba a más de veinticinco mil jóvenes de países del Tercer Mundo que se prepararon para servir a sus pueblos.
“También en ese momento teníamos a setecientos mil jóvenes estudiando en las universidades municipales y debíamos velar por su aprendizaje. En esta época algunos conocieron mi faceta como criticón”.
A principios del año 2008, siendo vicepresidente del Consejo de Ministros de la República de Cuba, el General de Ejército Raúl Castro Ruz le asignó varias ocupaciones relacionadas con Educación, Ciencia, Tecnología, Medio Ambiente y el Inder, cometido que realizó hasta marzo de 2012.
“Todas las conquistas y avances de la Revolución han creado las condiciones para ascender nuevos escalones en nuestro devenir histórico. En el rumbo de esa continuidad le ha correspondido al General de Ejército, la importantísima misión de proseguir tanto con el desarrollo de lo realizado, como lo que, por la razón de los tiempos, debe ser ajustado, cambiado.
“Así él lo ha venido haciendo y estamos seguros de que se continuará transformando todo lo que sea necesario en pos del perfeccionamiento de nuestro socialismo, como fuerza revolucionaria que mantenga el patriotismo inclaudicable y la profundización de la conciencia ética y política del pueblo. Poseemos uno cada vez más culto e informado, partícipe y consciente de cuanto hemos hecho y nos queda por hacer, de cómo tenemos que seguir luchando cada día sin debilidades ni vacilaciones, donde a cada uno nos corresponda”.
Tal vez fue este el tiempo en que más se acordó de sus días estudiantiles, cuando se preparó en pentatlón moderno para participar en los Juegos Olímpicos de Helsinki, seguramente sus conocimientos deportivos le han servido para desarrollarse como Presidente del Comité Olímpico Cubano y miembro del Comité Ejecutivo de la Organización Deportiva Panamericana.
Además, su permanente vínculo con las universidades cubanas, le ha permitido ser Profesor de Mérito de la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona, y “para mí ha sido motivo de orgullo el doctorado Honoris Causa en Ciencias de la Educación de la Universidad de La Habana, pues no se había entregado ninguno en veinte años y el otorgado por la Academia de las FAR General Máximo Gómez, Orden Antonio Maceo, Orden Carlos J. Finlay, en Ciencias Militares, pues ahí me preparé y es la principal institución donde se desarrolla la ciencia del arte militar basada en el desarrollo tecnológico”.
Sus amplios conocimientos, experiencias y responsabilidades le han permitido integrar comisiones sobre energía atómica; organizar conferencias sobre la Crisis de Octubre; participar en todos los congresos del Partido Comunista de Cuba (PCC); desde 1975, ser miembro del Comité Central del PCC y del Consejo de Estado de la República de Cuba; reconocerse como diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular, y desde marzo de 2012, asesorar al Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros.
Por todo ello asegura sentirse orgulloso de tener la confianza y el apoyo de Fidel y de Raúl, en cada una de las tareas encomendadas.
“Cumpliendo misiones estatales he salido más de doscientas veces. Dentro de las oportunidades más emocionantes han estado las tomas de posesiones de presidentes de Chile, Uruguay, Argentina, Brasil, Colombia, Venezuela, así como el viaje a Irak para persuadir a Saddam Hussein de la conveniencia de que se retirara de Kuwait, y eliminara el peligro que amenazaba al mundo árabe ante una posible confrontación.
“En estos años de labor, Asela me ha acompañado toda la vida y nos sentimos orgullosos de ello, así como del respeto y gratitud que el presidente Raúl nos tiene. Mas nosotros solo trabajamos todo lo que supimos y pudimos.
“La obra humana es perfectible, pero la realizada por Raúl es superior en todos los órdenes, muy por encima de lo que pudiera esperarse en tiempos tan azarosos y difíciles.
“En las últimas dos décadas sobre todo, hemos visto su grandeza, resistencia, voluntad, tacto, confianza y valentía, mientras defiende la dirección suprema de la Revolución, sus intereses, el socialismo, el desarrollo alcanzado. Él ha sido capaz de perfeccionar nuestra Revolución. ¿Quién pudiera decir de Raúl todo lo que se debiera?
“La victoria, las posibilidades, los éxitos, se deben indudablemente a la existencia de Fidel, por encender la chispa, y al camino único tomado bajo la dirección de Raúl. Sin la vocación de orden y disciplina del General de Ejército, su carácter amable, cortés, chistoso, comprensivo, vocación para el adiestramiento de cuadros, y su poder como negociador hábil, discreto y valiente, hoy no habría Revolución exitosa.
“Quienes me conocen saben que no suelo decir nada sin un motivo. Permitir que la Revolución siga su cauce junto al desarrollo de muchos pueblos que han tenido la posibilidad de unirse a la lucha por la soberanía, constituye un reto inminente en estos días. Por ello ayudo”.
Tomado de Cuba defensa
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