Por Arthur González.
Que nadie se llame a engaño, los yanquis no tienen el más mínimo ápice de moral. Prueba de eso son las declaraciones del secretario del Tesoro el 8 de marzo 2019, donde informó que presentaron ante la Corte Federal de Manhattan, cargos contra el ex vicepresidente de Venezuela, Tareck El Aissami, por violar las sanciones que le fueron impuestas, al contratar vuelos privados a través de empresas estadounidenses.
La acusación también es contra el empresario Samark López, y los cinco cargos presentados pueden conllevar una pena máxima total de hasta 150 años, 30 años por cada supuesto delito cometido.
¡Qué clase quebrantamiento de la ley tan grave para encarcelar a una persona por contratar un vuelo privado!, algo que ni afecta la seguridad de los Estados Unidos, ni de ningún ser humano, lo que prueba la manipulación política que hacen solo por tratarse de un alto funcionario del gobierno del presidente constitucional de Venezuela, Nicolás Maduro.
Tareck El Aissami, es actualmente ministro de Industria y Producción Nacional de la República Bolivariana de Venezuela, de ahí las mentiras que han inventado sobre su persona e inclusión en una llamada Lista Negra, confeccionada por la OFAC, que también incluye a otros funcionarios y militares venezolanos, como parte de la guerra psicológica puesta en práctica para atemorizarlos, con el fin de que deserten.
Sin embargo, terroristas asesinos que han ocasionado la muerte de cientos de personas y dañado instalaciones industriales de países que no son del agrado de los yanquis, como es el caso de Cuba, gozan de total impunidad y son acogidos como “refugiados políticos” del gobierno de Estados Unidos, en vez de ser condenados a cadena perpetua.
Es público que Luis Posada Carriles, prófugo de la justicia venezolana por fugarse de una cárcel de ese país, fue aceptado en Estados Unidos a pesar de los crímenes cometidos, como la voladura en pleno vuelo de un avión de la aerolínea Cuba de Aviación, en el cual murieron 73 personas inocentes, más las bombas colocadas en varios hoteles de La Habana y restaurantes, donde murió un joven turista italiano y resultaron heridos una decena de personas.
Posada Carriles, haciendo gala de sus actos terroristas declaró ante la TV de Miami, que el muerto y los heridos “estaban en el momento y lugar equivocado”.
Este mismo asesino fue detenido en Ciudad de Panamá, por preparar un plan para colocar una poderosa carga del explosivo C-4, la que estallaría cuando el líder cubano Fidel Castro, estuviera reunido en el paraninfo de la Universidad panameña, en la que, sin dudas, morirían decenas de estudiantes y el propio Presidente de Cuba.
Ante la denuncia pública efectuada por el propio Fidel ante la prensa, Posada fue detenido junto a otros asesinos de origen cubano, sancionados y encarcelados, pero posteriormente por presiones de la CIA y el gobierno de Estados Unidos, la presidenta Mireya Moscoso los indultó, en una vergonzosa acción.
Posada viajó a México y de allí ingresó ilegalmente en Estados Unidos, acogiéndose a la Ley de Ajuste Cubano, a pesar de ser un asesino connotado.
Orlando Bosch Ávila, otro asesino de origen cubano al servicio de la CIA, hizo estallar bombas en varias embajadas y oficinas cubanas en el exterior, e incluso en los propios Estados Unidos, además de ser también uno de los autores intelectuales de la voladura del avión civil cubano, por lo que estaba calificado por el FBI como un individuo peligroso e inadmisible de entrada en ese país, según documentos oficiales.
No obstante, ingresó ilegalmente a Miami y fue aceptado por las autoridades como “refugiado político”, contando con el respaldo político de la congresista Ileana Ros-Lehtinen, quien le solicitó al Presidente su apoyo.
Qué diferencia de tratamiento para estos asesinos que murieron de viejos en Miami, a la que ahora pretenden darle al ministro de Industria y Producción Nacional de Venezuela, funcionario que jamás ha dañado, ni asesinado a persona alguna.
Esos son los yanquis que se auto proclaman “paladines de los derechos humanos” de este mundo, ellos que lanzan bombas, napalm, agentes químicos sobre bosques y cultivos, e invaden países para apoderarse de sus riquezas mediante guerras imperiales.
La lista de asesinos que se refugian con total impunidad en territorio de Estados Unidos, es bien extensa y ninguno ha sido presentado ante las Corte Federales.
La razón, una sola, todos han cumplido misiones para la CIA, y como se afirma en uno de sus programas terroristas contra Cuba, ya desclasificados y publicados:
“Cada acción tendrá sus peligros, habrá fracasos con la consecuente pérdida de vidas y acusaciones contra EE.UU., que traerán críticas en casa y afuera. Pero ninguna de esas consecuencias esperadas deberá hacernos cambiar nuestro curso, si el programa tiene éxito”.
Sincero y visionario fue José Martí al sentenciar:
“De este pueblo del Norte hay mucho que temer, mucho que parece virtud no lo es, y mucha forma de grandeza está hueca por dentro”.
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