#19Abr @DiazCanelB Somos Continuidad #SomosCuba

Somos Continuidad Leticia Martínez Hernández

No es una frase lanzada al vuelo; o como se dice en tiempo de redes sociales, una etiqueta vacía. En ella está la esencia de un gobierno que se levanta sobre la sangre de sus héroes; que se declara hijo de una Revolución que no termina con sus guerrilleros…

El 19 de abril del 2018 Cuba tuvo un nuevo Presidente. Los medios de comunicación de derecha dijeron, exactamente, “un nuevo presidente sin apellido Castro”. Y a unos cuantos se les hizo agua la boca. Hubo quien armó fiesta, preparó maletas e hizo apuestas para ver cuánto tiempo pasaba antes de que el barco diera el giro de timón. Llevaban décadas esperando el momento.

Ese día, Miguel Díaz-Canel Bermúdez el ingeniero electrónico de 58 años, nacido en Santa Clara, que había sido primer vicepresidente, vicepresidente del Consejo de Ministros, titular de Educación Superior, primer secretario del Partido en Holguín y antes en Villa Clara ─ asumió como Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba. Vestía traje negro y corbata roja. A simple vista se le notaba la emoción. No había que estar cerca del podio del Palacio de Convenciones para sentir un corazón a punto de estallar.

¡Cuánta responsabilidad!, pensé entonces. ¿Cómo se carga en los hombros un país, sobre todo uno como Cuba? ¿De qué manera sostener una Revolución que, además de inmensa no tuvo chance nunca para respirar? ¿Cómo ponerse en el mismo sitio de Fidel, de Raúl, pero sin el uniforme verde olivo y las hazañas de la Sierra Maestra?

“No vengo a prometer nada, como jamás lo hizo la Revolución en todos estos años”, dijo el nuevo Presidente, que no necesitó convencernos con un nuevo programa de Gobierno porque, subrayó, “aquí no hay espacio para una transición que desconozca o destruya el legado de tantos año de lucha. En Cuba, por decisión del pueblo, solo cabe darle continuidad a la obra, unidas las generaciones nacidas y educadas en la Revolución y la generación fundadora”.

Hablaba Díaz-Canel por vez primera de Continuidad, esa palabra que le ha acompañado en cada escenario desde entonces. Y ahí estaba la clave de mis preguntas: seguir, a brazo partido, echando para adelante una Revolución que comenzó mucho antes de enero de 1959 y que está en el mismísimo tuétano de la nacionalidad cubana, irreverente siempre.

De compromiso con la obra revolucionaria ha hablado el Presidente; de ser fiel al legado del Comandante en Jefe y al ejemplo del General de Ejército; de mantener inalterable la política exterior cubana; y de cumplir con el programa trazado por un país entero en los Lineamientos de la política del Partido y la Revolución, a corto, mediano y largo plazos.

Aquel 19 de abril dijo a quienes esperaban el giro de timón y a los que le confiaron el futuro de la Patria: “En esta Legislatura no habrá espacio para los que aspiran a una restauración capitalista; esta Legislatura defenderá a la Revolución y continuará el perfeccionamiento del socialismo”.

Así han sido los 365 días del primer año de Díaz-Canel en la presidencia, quien ha desplegado un sistema de trabajo sin huecos en blanco. Sobre el legado que venera, ha apostado también por un país que camine “hacia la prosperidad que nos debemos y que tendremos que conquistar más temprano que tarde”. Continuidad en voz del Presidente es además futuro; un futuro mejor, también, económicamente. Por eso ha puesto en su agenda diaria conceptos claves: inversión extranjera, exportación, encadenamientos productivos, sustitución de importaciones, renovación de la industria nacional y desarrollo local. Vamos por más, ha dicho convencido.

“Somos continuidad” no es una frase lanzada al vuelo; o como se dice en tiempo de redes sociales, una etiqueta vacía. En ella está la esencia de un gobierno renovado que se levanta sobre la sangre de sus héroes; que se declara hijo de una Revolución que no termina con sus guerrilleros; que no entiende de rupturas generacionales; y que apuesta por ejercer una dirección colectiva que no se ponga jamás por encima de su pueblo.

Lo dijo Díaz-Canel hace un año con todas sus letras: “la Revolución cubana sigue de verde olivo, dispuesta a todos los combates”. Ahí está su continuidad.

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