Por: Max Lesnik
Nada más frustrante para un ciudadano de un país que está regido por el sistema político de la mal llamada “Democracia Representativa” que una vez pasado un proceso eleccionario, enfrentarse a la triste realidad de que políticos por los cuales se ha votado, estos ,una vez ocupado el cargo para el cual han sido elegidos, tomen la misma posición política que la que tenía su adversario, puesto que tanto el derrotado como el vencedor en la contienda—lobos de una misma camada-por responder ambos a los mismos intereses de la política al uso, hace pensar al votante que no vale la pena participar en unos comicios en los que el resultado final será “más de lo mismo”.
«La ecuatoriana»
Así ocurrió recientemente en las elecciones de “medio término” del sur del Estado de La Florida donde Republicanos y Demócratas se disputaron los escaños al Congreso Federal en los Distritos 25 y 27, que estaban en manos de los Republicanos y que ganaron los candidatos del Partido Demócrata, me refiero la ecuatoriana Murcarsel y a la norteamericana de origen libanés Donna Chalala.
«La libanesa»
A final de cuentas las dos nuevas congresistas Demócratas del sur de La Florida, una vez en posesión de sus respectivos escaños, han cambiado de “palo para rumba” tomado la misma posición política que tenían sus rivales Republicanos en temas tan importantes como apoyar la política de agresión del Presidente Trump contra Venezuela, a la vez que en el caso de Cuba abandonan la línea diplomática de mejores relaciones con el vecino país caribeño establecida por el Presidente demócrata Barack Obama, para sumarse a la política de odio y revancha de la extrema derecha cubana de Miami.
El mismo perro con diferente collar. Eso lleva a la frustración y al desengaño que aleja a los electores de las urnas y explica por qué en las elecciones en Estados Unidos, apenas vota el 50 % de los electores con derecho al sufragio.
Cuando se “bota” el voto en las elecciones, habría que preguntarse: ¿Ir a las urnas para qué?
Tomado de: Radio Miami TV