Por Gabriel González
Hoy estuve temprano en la Plaza de la Revolución y no pude evitar la nostalgia del pequeño que miraba hacia arriba y se preguntaba… ¿quién es ese que habla y todos atienden en silencio?… ¿quién logra cautivar la juventud efervescente que me rodea como gigante y que estalla de pronto en un viva?… y entonces evocaba también mi deseo intranquilo y mi reclamo – ¡Yo quiero ver… yo quiero ver a Fidel!
Recuerdo una sensación inolvidable… de pronto una altura que sobresale por encima de los demás, cabalgando sobre todos y en la distancia… el uniforme verde olivo y el silencio hipnotizante ante las aureolas de luz desprendidas por el hombre, el padre, el maestro, el luchador incansable que rompe el silencio en un “PATRIA O MUERTE” y un “VENCEREMOS”.