Por: Israel Valdés
Con la fundación de la Universidad de la Habana el 5 de enero de 1728 se inicia en Cuba la historia de la Educación Superior, lacrada al inicio por los vicios coloniales del poder, el racismo y la esclavitud imperantes en la naciente sociedad. Carlos Manuel der Céspedes, Ignacio Agramonte y José Martí simbolizaron la muestra más representativa de los universitarios de esa época, identificados por su talento y sus aspiraciones independentistas.
El período de la República Neocolonial mancha con horror y sangre, despotismo y lujuria la Universidad cubana. Estos lacerantes flagelos dan paso y motivos a que el estudiantado progresista se lance a las calles en busca de legitimar sus derechos y ganar todo el protagonismo nunca antes alcanzado.
La Federación Estudiantil Universitaria (FEU) fundada el 20 de diciembre de 1922 por Julio Antonio Mella, desde entonces ha estado presente en cada momento significativo de la historia de nuestra patria. Sus miembros han sido fieles exponentes del pensamiento patriótico y antiimperialista que le dio origen, de tal manera que participaron en hechos como el derrocamiento de la dictadura machadista, en 1933, y durante la lucha insurreccional contra Batista, protagonizaron el histórico asalto al Palacio Presidencial y la toma de Radio Reloj, el 13 de marzo de 1957, liderados por José Antonio Echeverría al que la FEU reconoce como Presidente de Honor, símbolo de las luchas estudiantiles en Cuba.
La FEU como organización es miembro de la Organización Continental y Caribeña de Estudiantes (OCLAE) y de la Unión Internacional de Estudiantes (UIE).
En sus estatutos se consigna que su misión es la de representar los intereses y hacer valer los derechos del estudiantado universitario. Igualmente promueve el perfeccionamiento del nivel y el rigor docente, así como hace de la Extensión Universitaria la vía más importante para llevar a la sociedad el deporte, la cultura y el pensamiento intelectual.
Los universitarios de hoy están convocados a ser profesionales competentes y comprometidos con su tiempo y su pueblo, patriotas revolucionarios consecuentes, seres humanos con conocimientos, inquietudes, sensibilidad y un comportamiento elevado y culto. En el cumplimiento de ese primer y gran deber, que es el estudio, y en la incesante batalla en el terreno ideológico, frente a un imperio que no desiste en sus pretensiones subversivas, la FEU está llamada a continuar siendo la organización dinámica juvenil, alegre y profunda que encauce los anhelos y aspiraciones del estudiantado universitario.
¡Gloria a los mártires de la FEU!