
Josué Iván Valdés Álvarez tiene 27 años y es uno más de los galenos que, en franco símbolo de hermandad, forman parte de la misión médica cubana que presta colaboración en la República Bolivariana de Venezuela.
“Prestar servicios médicos en otras latitudes, donde tanta gente nos necesita, ha sido un privilegio para mí. Con cada sonrisa de mis pacientes ratifico el compromiso con mi profesión, con cada uno de ellos hay una historia y con cada uno de ellos se queda un pedazo de mi corazón”, afirma.
Al desatarse en el mundo la pandemia causada por el coronavirus SARS–CoV–2, el joven médico santaclareño, con diplomado en medicina física y rehabilitación, se encontraba en el centro de diagnóstico integral (CDI) Juan Bautista Rosas Marcano, del estado de Nueva Esparta, en Isla Margarita, donde ha rehabilitado a más de 2 000 pacientes en 16 meses de misión.
La nueva y compleja situación epidemiológica en ese estado, el tercero con mayor número de casos positivos a la COVID–19 en Venezuela, demandó la rápida conformación de un equipo multidisciplinario en el área de salud integral comunitaria (ASIC) para, en unidad con líderes comunitarios y personal venezolano, realizar pesquisas activas entre la población de alto riesgo en las comunidades y zonas marginales, más vulnerables a esta enfermedad. A Josué le tocó asumir la importante tarea de dirigir el equipo.
“Lamentablemente, estamos pasando momentos difíciles en esta ardua batalla contra la COVID–19, y el estar lejos de casa me ha golpeado, pero también me ha hecho más fuerte, pues tengo la satisfacción de estar cumpliendo con el deber donde más me necesitan. Me alegra saber que, a pesar de los nasobucos y las manos que no se pueden estrechar, todavía reímos y abrazamos con el alma.
“Por eso le digo a mi gente en Cuba que se cuiden, quiero volver a mi tierra y verlos más unidos, más fuertes que nunca, porque cuando pase la tormenta habremos aprendido el valor de un abrazo, el precio de la indiferencia y la utilidad del amor. Sean responsables, asuman las medidas, no como dogmas impuestos, sino como la única herramienta eficaz para seguir adelante.

Josué está al frente del equipo de pesquisaje del CDI Juan Bautista Rosas Marcano, del estado de Nueva Esparta, Venezuela. Foto: Cortesía del entrevistado.
“Hoy me ha tocado estar lejos físicamente, pero llevo siempre a mi pueblo y a mi gente en el corazón. No se cansen de aplaudir, por la vida, por los que no podemos quedarnos en casa. Con cada aplauso de mi Cuba nos sentimos bendecidos”.
A este joven que hace de su profesión una pasión, le sienta muy bien la parafraseada cita: “Si la vida del médico no llega a ser vocación divina, entonces ninguna vida es vocación, y nada es divino”.