Pablo Luis González Justo*
Desde hace muchos años, los medios hegemónicos occidentales han insistido en fomentar una “matriz de opinión” fabricada en “laboratorios made in USA”, que se han dedicado a diseñar estrategias, a golpe de millones de dólares, con el fin de derrocar al gobierno revolucionario cubano.
Han repetido hasta la saciedad el deseo infructuoso de que cuando Fidel no estuviera vivo y la generación histórica no esté presente físicamente, caería la Revolución cubana, el pueblo se rebelaría, saldría a las calles en grandes manifestaciones y en una rebelión nacional echaría abajo nuestro proyecto socialista.
Cuando un adversario analiza la política, la vida de un país, a partir de sus deseos, caprichos prepotentes y no a partir de la realidad del país adversado obviando su historia, su cultura política, sus sueños de independencia, sus conquistas sociales, esperando que haga todo lo contrario por lo que ha luchado desde 1868, es tan absurdo como desear cosechar de un naranjo manzanas. Eso es lo que ha hecho Estados Unidos de América del Norte en toda la existencia de la Revolución cubana y nada indica hasta ahora que la futura administración cambiará esa política.
La continuidad de la Revolución cubana en su proceso de actualización se realiza con las generaciones nacidas o formadas después del Triunfo del 1ro de Enero de 1959. La conducción inteligente y firme de nuestros dirigentes y cuadros cuenta con el apoyo de la inmensa mayoría del pueblo, que posee como unas de sus mayores fortalezas: su conciencia política, confirmada con la aprobación en referéndum de la nueva Constitución con mayoría del 86% , su conciencia patriótica, adquirida en más de 150 años de lucha, sobre todo en los 61 años de Revolución con las enseñanzas y ejemplo de su comandante en jefe, quien nos recuerda en estos días con Antonio Maceo que el Zanjón no es una opción: Cuba es y será un «Eterno Baraguá».
La Habana, 6 de diciembre de 2020.