En 1960, el presidente Dwight Eisenhower creó una poderosa ofensiva de propaganda mediática, unida a las acciones de inteligencia y la fuerza paramilitar.
Al año siguiente, la CIA montó en barcos a aquella “oposición” cubana, con el objetivo de invadir la Isla por Bahía de Cochinos e instaurar, en 24 horas, un gobierno nuevamente afín. Pero fueron derrotados en apenas 72.
Desde entonces, ha ido de fracaso en fracaso el viejo proyecto de una oposición “responsable, atractiva y unificada”. Oposición, por cierto, que ni siquiera ha llegado a serlo.
El descaro de actuar, a base de millones y órdenes desde Washington, la ha hecho merecedora del rechazo social en la Isla. Algo que, en la Casa Blanca, con un nulo sentido estratégico, olvidan.
El Che Guevara dijo que el marxismo no se integró en la Revolución cubana como algo preconcebido, sino como solución lógica a los problemas del país. Uno de ellos era, entonces, la depredación colonial por parte de EEUU.
El nuevo secretario de Estado, Antony Blinken, acaba de declarar que, sobre Cuba, lo están “mirando todo”. ¿Aprenderán de sus más que comprobados errores históricos?
Edición: Ane Lópes. Presentación: Lázaro Oramas. Edición gráfica: Esther Jávega. Redacción: José Manzaneda.