Tanques y cohetes: el trigo mediático de la OTAN

Con el pretexto inventado por la Casa Blanca de la amenaza rusa y china, con matices y leyendas para demonizar en diferentes niveles a sus declarados enemigos, la ciencia y la tecnología de matar compiten a la velocidad de la luz para incrementar los muertos, la destrucción, la pobreza y el exterminio, en medio de los críticos días de la pospandemia, su devenida crisis económica mundial, la guerra en Ucrania y las amenazas cotidianas del cambio climático.

Leído con mentalidad superflua, resultado de adicción a redes sociales, parecería más de lo mismo o un «exabrupto comunista» contra Estados Unidos y su obediente Occidente, reconquistado por el Pentágono al frente de la otan.

No se trata de exageraciones ni alarmas infundadas. Las noticias que Washington quiere posicionar en los titulares globales han convertido en tendencia durante el último año la insaciable ayuda militar a Ucrania, la necesidad de militarizar a Alemania y Japón, que lo tenían prohibido desde el final de la Segunda Guerra Mundial por sus nefastos antecedentes victimarios de millones de seres humanos, fascismo mediante.

El Gobierno estadounidense promueve la carrera armamentista e invita a sus aliados en el empeño de frenar al gran competidor chino, y al enemigo ruso, pero convoca en grande, para que no quede nada con vida y así alardean AP, The New York Times, Reuters, efe, cnn o The Washington Post, que luego todo Occidente replica gustoso y obedientemente, sin dar espacio alguno a posibilidades de paz, y creando falsas expectativas en la capacidad destructiva de tanques alemanes o cohetes japoneses, y la presión de la diplomacia de guerra polaca desmemoriada de sus huellas del holocausto y a los pies de EE. UU.

Mientras los ricos juegan a la hegemonía, la mayoría del planeta lucha por la subsistencia. El mundo pide paz y alimentos ante las amenazas de pandemias, sequías y hambrunas. La crisis climática reclama 100 000 millones de dólares para detener el calentamiento global, esa otra forma de exterminio que pesa sobre la conciencia del mismo Occidente, que quiere más guerra, armas, muertes, lesionados, hambrientos y desplazados o emigrantes.

El sitio digital Zona Militar, que promueve las «novedades» fruto de las ínfulas hegemónicas de la otan, reitera en sus publicaciones que «Japón ha cambiado su política y estrategia de defensa, abandonando sus “raíces pacifistas“ y convirtiéndose en un posible actor aún más relevante en la región del Indo-Pacífico». «Esto se debe primordialmente a que en su nueva estrategia de defensa nacional no solo ha puntualizado la amenaza que se encuentra imponiendo China, si no que también ha resaltado que tomará decisiones en torno al refuerzo de sus capacidades».

Por otra parte, tras modificar las reglas de exportación de armas, una política que Alemania mantuvo durante décadas, y por la que se comprometía a no suministrar armamento bélico a ninguna de las partes en un conflicto, ese país aprobó en 2022 el mayor gasto para el Departamento de Defensa de los últimos 83 años.

Comentó la británica bbc Mundo que el líder germano, el canciller Olaf Scholz, que reemplazó a Angela Merkel en diciembre de 2021, ha logrado algo que hace unos años parecía imposible. «El Parlamento acordó modificar la Constitución y crear un fondo de 100 000 millones de euros (algo más de 107 000 millones de dólares) que le permitirá destinar a Defensa el 2 % de su pib».

Las posiciones pacíficas y los compromisos de las potencias derrotadas durante la Segunda Guerra Mundial han pasado de moda, como las noticias desaparecen de un día para otro, o son silenciadas, según las órdenes de Washington, que, dueño del mundo editorial y digital global, encarga a sus centros de subversión la manipulación de la historia en tiempos de amnesia inducida por internet, a base de mentiras, tergiversación y colonización cultural.

Un conflicto nuclear es cada vez más probable, como las esperanzas de sobrevida son remotas. Estados Unidos y sus aliados lo saben de memoria, pero con la misma irresponsabilidad con que negocian la naturaleza y saquean sus riquezas, juegan con la vida de casi 8 000 millones de personas, que por el momento se acuestan y se levantan a bordo de tanques Leopard y cohetes combinados ultramodernos e indetectables, que mañana o esta misma noche pueden decidir su último día, todos potenciales víctimas de la última bomba.

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