¿Quién fue Batista? (I) #Cuba #TenemosMemoria

Por Israel Valdés Rodríguez*

Hemos apreciado como algunos ignorantes, ingenuos, detractores, pusilánimes, lacayos y oportunistas dedican sus esfuerzos en tratar de reivindicar, e incluso declarar como benefactor de Cuba, a un personaje tan funesto de la historia cubana, como lo fue Fulgencio Batista. Sin embargo, cuando acudimos a la memoria histórica salen a relucir verdades irrebatibles.

Primera etapa (1901 – 1930).

Fulgencio Batista Zaldívar nació el 16 de enero de 1901 en el Reparto La Gloria, en Banes, actual provincia de Holguín. Su madre lo nombró Rubén y le puso su apellido, Zaldívar, tras la negación del progenitor, Belisario Batista, de inscribirlo bajo su propio apellido. En las actas del juzgado de Banes continuó siendo legalmente Rubén Zaldívar, hasta que en 1939, al ser nominado a la candidatura presidencial, se descubrió que la inscripción de nacimiento de Fulgencio Batista no existía. Conseguirla le costó postergar la presentación de su candidatura y quince mil pesos para pagar al juez.

Siendo muy joven realizó labores campesinas, fue aprendiz de barbero y de sastre. Su madre falleció cuando era un adolescente. Entonces abandonó Banes en busca de mejores oportunidades. Trabajó como jornalero en Antilla; fue mensajero y luego se convirtió en estibador.

El 15 de enero de 1919 logró colocarse como empleado de la Railroad Company. Trabajó por 22 meses en los ferrocarriles y luego decidió entrar en el ejército; era una de las ocupaciones de mejor salario. Ingresa en el Ejército Nacional el 14 de abril de 1921 siendo alistado en la Cuarta Compañía del Batallón No.1 de Infantería en el Campamento de Columbia.

Entonces se caracterizaba por ser un joven de inteligencia natural, con una gran fuerza de voluntad y tenacidad, ávido de superación personal. Sus vivencias personales, lo hicieron padecer ciertos complejos y traumas propios de las discriminaciones de las que inevitablemente fue víctima desde su nacimiento, por ser mulato, de procedencia campesina muy pobre, haber residido en una de las regiones más atrasadas de Cuba, ser el mayor de cuatro hermanos y el único no reconocido por su padre. Es así que ingresa en un curso de instrucción para propiciar su entrada en el bachillerato. Soñó con ser abogado, pero su espíritu de grandeza tropezó con la realidad. Decidió hacerse taquígrafo y optó por un curso por correspondencia del “Metropolitan Institute” de Nueva York y logró graduarse.

En enero de 1923 ingresa en la academia “San Mario”, donde amplía sus conocimientos técnicos y adquiere y perfecciona sus habilidades como especialista taquígrafo del sistema Pitman. Poco después se le vence su contrato de alistamiento militar y pasa a trabajar como profesor de Gramática de la Academia “San Mario”. En el mes de mayo se realista nuevamente, siendo destacado en las oficinas del Escuadrón No. 5 de la Guardia Rural en La Habana.

Al siguiente año es trasladado a la finca “María”, en el Wajay, residencia campestre del entonces presidente de la República, Alfredo Zayas Alfonso. Se asegura que aquí se convirtió en un asiduo lector de importantes libros existentes en la biblioteca de la casa presidencial. Seguramente su sagacidad y sentido de observación le permitió apreciar los manejos de un presidente corrupto, que durante su gobierno facilitó la injerencia del gobierno norteamericano y realizó turbulentas operaciones financieras que afectaron el tesoro nacional en beneficio de intereses particulares de extranjeros y nacionales. Tal vez, desde entonces proyectó en su pensamiento la perversa idea de llegar a ser presidente de Cuba. En realidad astucia y ambición no le faltaban.

También prestó servicios en la Capitanía del Escuadrón radicado en el Castillo de Atarés y después en el Castillo de la Fuerza en el Departamento de Dirección del Estado Mayor como secretario del veterano coronel del Ejército Libertador, Federico Rasco Ruiz, entonces inspector general del Ejército.

El 14 de junio de 1926 obtiene su nombramiento de cabo, plaza que obtuvo en oposición después de ser discutida entre cuarenta y dos aspirantes. El 17 de agosto de 1928 es ascendido a sargento de primera taquígrafo, plaza que también obtuvo por oposición y con calificación de sobresaliente, siendo destacado, según la Orden Especial No. 148, en el Séptimo Distrito Militar en La Cabaña.

Poco después es trasladado, con igual cargo, para el Campamento de Columbia, sede del Estado Mayor del entonces denominado Ejército Permanente. Aquí, poco a poco Batista se convierte en un militar laborioso, se siente reconocido por sus jefes y compañeros; redacta órdenes, resuelve con celeridad y eficiencia los problemas de orden administrativo y se destaca por encima del resto de sus camaradas; su protagonismo es evidente. Le alcanza el tiempo para leer interesantes libros existentes en la biblioteca de esta instalación militar, que contribuyeron a elevar su cultura general.

No deja de asistir a las clases de idioma inglés y con el tiempo aprendió a leer, escribir y hablar con fluidez este idioma. Por esta época el inglés era el idioma de la transición y la transformación. La lengua inglesa se había convertido en la lengua de la oportunidad. La mayoría de los trabajos mejor remunerados estaban más al alcance de quienes lo dominaban. Sin dudas, el “bombillo” de la imaginación y la suspicacia del joven sargento ya se habían encendido.

* (San Antonio de los Baños, 1952) profesor e historiador, miembro del secretariado permanente de la Unión de Historiadores  de Cuba.

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