Por E
Hace días que quiero colgar alguna señal de mi estupor y de mi solidaridad con los estudiantes desaparecidos en México. Aún cuando el tsunami movilizativo empieza lentamente a acaparar espacios sociales, me desconcierta un poco la abulia, el conformismo de la sociedad mexicana.
Un hecho así es impensable en Venezuela o en Cuba, pero si ocurriera, sería el fin inmediato de sus respectivas revoluciones y gobiernos.
Me duele México, tan querido, tan cercano. Reproduzco las primeras 10 obras de un grupo de artistas visuales sobre los 43 desaparecidos y la nota que acompaña a su publicación. En otros post iré incluyendo las restantes ilustraciones:
“’Hay momentos, como este, en los que dibujar se convierte en algo más que un medio de expresión o representación. El dibujo se convierte en un gesto solidario y de acompañamiento, una forma simbólica de reclamar, hasta su cautiverio o hasta la fosa, la libertad de un desaparecido’, escribe Bodox (Eduardo Mirafuentes), uno de los participantes en el proyecto. Hasta ahora decenas de artistas han ofrecido sus creaciones, entre ellos Valeria Gallo, Mauricio Gómez Morín, Bef, Ricardo Peláez, Margarita Sada y César Carrizo».
Coincido con el autor de la nota, un hecho así es impensable en Cuba o Venezuela, pero no porque ello fuera «el fin inmediato de sus respectivas revoluciones y gobiernos», sino que es impensable porque nuestras revoluciones se hicieron precisamente para evitar hechos como estos, pero además es impensable porque cualquiera que tenga «dos dedos de frente» sabe que ni una sola muerte quedará impune, no digas ya 43.
A los 43 normalistas los desaparecieron los funcionarios, la policía y los cárteles, porque este trío nefasto cobre de la misma nómina.
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