Benny Moré y el camino de la leyenda (+Video)


El inmortal Benny Moré este 19 de febrero, se cumplen 58 años de que Cuba y el mundo, despidieran al Bárbaro del Ritmo, el gran Benny Moré.

Fallecido a los 44 años de edad, en el antiguo Hospital de Emergencia, en La Habana, como consecuencia de una cirrosis hepática crónica, el también conocido como el Sonero Mayor, hizo su última presentación pública tres días antes, junto a sus geniales músicos en el pueblo de Palmira, ante el cual se presentó, ya sintiéndose mal y con conocimiento de que estaba «herido por la muerte».

Con sangramiento, incluso, escupiendo sangre, Benny Moré no faltó así al compromiso contraído y dicen que ofreció una gran interpretación, que por momentos, tenía que suspender y una vez recuperado volvía al ruedo a seguir cautivando a su gente, el pueblo, al que se dedicó en alma y vida.

Sobre su figura se han tejido innumerables historias, unas lo denigran, otras, lo enaltecen. A mi me basta solo el ejemplo que dio en Palmira para considerarlo– y así lo consideré siempre– como un hombre de profundos sentimientos humanos, capaz de cuando no le pagaban lo suficiente repartir su parte entre sus músicos de la Banda Gigante o de ayudar a quienes lo necesitaron, fuera o no un conocido suyo.

Y si de músico se trata, no tiene comparación. Fue todo un espectáculo cada vez que actuaba dentro y fuera de nuestro país. Aunque no adquirió ningún título, estudió música, lo suficiente para ser capaz de dirigir con el solo movimiento de uno de sus brazos o con su inseparable bastón a una orquesta entera. Compuso como nadie, y aunque siempre se apoyó en músicos de la orquesta, como el pianista Ignacio Cabrera, «Cabrerita» y del trombonista Generoso Jiménez, a la hora de los arreglos, él también le ponía al pentagrama su «bomba».

El gran compositor y guitarrista Leo Brouwer decía que Benny Moré «Hizo lo que sintió y no lo que le convenía». Llegó a la capital en 1936, desde el barrio de Pueblo Nuevo de la ciudad de Santa Isabel de las Lajas, Cienfuegos, y se instaló definitivamente en ella en 1940. Recuerda el investigador Rafael Lam, que el cantor le dijo a su primo Enrique Benítez Mora (El Conde Negro), fallecido en septiembre del 2020: «Yo me quedo en La Habana, o me hago tierra o me salvo».

Finalmente La Habana lo salvó, en ella se hizo grande. México tuvo mucho que ver en su carrera artística, pero como Cuba, nada. Recorrió la Isla de punta a cabo, en unos territorios estuvo más veces que en otros, a otros no llegó, soy de los que cree que la parca fue la culpable de que así fuera. Igualmente sucedió con otros sitios del mundo, en los que hoy, aun sin haberlo disfrutado personalmente lo recuerdan, una vez que lo escucharon y bailaron con sus canciones.

Cuánto me hubiera gustado haberlo conocido, estrechar su mano, bailar al ritmo del sonido de su banda. Cada vez que escucho o leo acerca de las miles de anécdotas que se le atribuyen, ciertas o fabuladas, siento envidia, una gran envidia. Eso me sucede cada vez que viejos amigos bejucaleños, cuando nos reunimos a hablar de la historia y las leyendas del Benny Moré, comparten sus historias, aquellas que vivieron alguna vez con el Gran Benny Moré.

De esas historias quiero hoy regalarles precisamente una, que no porque sea similar a muchas que de él se cuentan, deja de resultar interesante. Me gustaría mucho que la disfrutaran como mismo lo hago yo cada vez que regreso a su enorme figura de hombre, músico, poeta y cubano.

Había sido contratado Benny con su orquesta gigante para un bailable en el Liceo de Bejucal, y como se ha contado muchas veces, el Bárbaro del Ritmo, llegó tarde. Al presentarse en el lugar la directiva del Liceo, en un principio, le negó la entrada, dada su impuntualidad.

Cuentan que entonces el cantante les comunicó que no importaba, que él cantaría en el parque, y vería desde allí qué harían con toda la cerveza que habían preparado para el baile.

De más está decirles lo que sucedió. Esa noche, dicen, el pueblo bailó con el Benny y su orquesta como nunca y que se bebieron hasta la última de las cervezas que ofertó el Liceo.

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